Con dos goles de Julián Álvarez, uno de Benjamín Rollheiser y otro de Jorge Carrascal, River se floreó con un contundente 4-0 y ganó el Trofeo de Campeones.
No es la del 45 pero es la Máquina de Gallardo, que, con un doblete del intratable Julián Álvarez, más un tanto de Benjamín Rollheiser y otro de Jorge Carrascal, se impuso en la final del Trofeo de Campeones por 4-0 en el Estadio Madre de Ciudades de Santiago del Estero y levantó su tercera conquista del año. El récord de la noche se lo llevó el Muñeco, quien logró su título 22 en River y alcanzó a Ángel Amadeo Labruna como máximo ganador de la historia del club.
Una final pura y exclusivamente estratégica, el Millonario se lo llevó por los detalles ante un Colón que comenzó a la altura pero que terminó rendido a los pies del superlativo equipo de Núñez que contó con la figura del Araña y los ingresos de Rollheiser y Carrascal desde el banco para florearse en un escenario en el que ya había pasado por arriba a Racing.
Álvarez abrió la cuenta a los 40 minutos del primer tiempo con un toque sutil tras el centro perfecto de Santiago Simón y estiró la diferencia a los 13 del complemento después de un rebote de Burián. En el desenlace, Benjamín Rollheiser la empujó luego de un rebote en el palo, tras un disparo de Álvarez a los 84, y Carrascal definió solo frente al arco en tiempo cumplido.
El objetivo de River en el inicio del partido fue asociarse para buscar espacios que le den oportunidades en la ofensiva. Por esta premisa Gallardo se impulsó por José Paradela. Pero le funcionó de ratos la idea, porque Colón se agrupó bien y durante los primeros 15 minutos solo sufrió por una maniobra individual de Julián Álvarez que terminó con un remate cruzado interceptado por Leonardo Burián.
El negocio le sirvió al Sabalero, que fue ordenado y astuto para aprovechar la falacia del Millo por el costado izquierdo, donde Facundo Farías se lució. Por ese carril los de Domínguez tuvieron la primera clara con un centro que Rodrigo Aliendro cabeceó incómodo a un metro del palo izquierdo de Armani.
Hasta que, a falta de cinco minutos para el cierre del periodo inicial, cuando el juego se había tomado un descanso, River aceleró una marcha y pegó el primer cachetazo. El protagonista no podía ser otro que Julián Álvarez, el ya indescriptible goleador que tiene La Banda y el as bajo la manga con el que cuenta Marcelo Gallardo.
Gran mérito de la primera alegría del encuentro se la llevó Santiago Simón, que recibió por la derecha y, sin controlar, sacó un centro quirúrgico para que el Araña la toque con el borde interno de su botín izquierdo entre los centrales sabaleros y dejé atónito al Cachorro Burián.
Lejos de su mejor versión; solo intentándolo intermitentemente, incómodo y sin sobrarle nada, River lastimó antes de irse al descanso. Para el complemento salió a jugarlo con el contexto a su favor y las condiciones la manejó la batuta del Muñeco, a punto tal que en una quincena de minutos estiró la ventaja.
Para anotar el segundo, River aprovechó una mala salida de Colón y recuperó el cuero en tres cuartos. El ataque continuó por el carril central, Enzo Fernández se conectó con Paradela, la empalmó para el lado izquierdo del área y desde allí el ex Gimnasia tocó hacia el medio con Álvarez, que le ganó en el cálculo a Paolo Goltz, la punteó y la metió tras el rebote del golero rival.
Gracias a los mismos errores defensivos, La Banda le puso la frutilla al postre. A falta de seis minutos, Álvarez pateó desde afuera, la estrelló en el palo y ahí estuvo para meterla Rollheiser, mientras que a los 90, el Araña lo vio solo al colombiano, se la entregó de cucharita y el 10 definió al lado del palo para el 4-0 final.
El trofeo se lo quedó River, que mostró sus credenciales y terminó el año embriagado de festejos. Fue el justo campeón, supo aprovechar sus fortalezas y tuvo en cancha al mejor futbolista del año: Julián Álvarez.
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