Con un doblete de Álvarez- la figura- y goles de Carrascal y De La Cruz, River venció 4-1 a La Lepra, que había empatado por Scocco. Quedó a dos de la cima.
Fue un show de goles el espectáculo que brindó River en el Parque Independencia. La victoria se fundamentó en Julián Álvarez, la figura de la noche, quien se adjudicó un doblete y dos asistencias, luego del empate transitorio de Nacho Scocco, para que el equipo de Marcelo Gallardo se convierta en el nuevo tercero de la Liga profesional al cabo de la onceava fecha.
Con el 4-1 en el Coloso, el Millonario escaló al tercer puesto con 21 puntos y está a tan solo dos de distancia de los líderes Talleres y Lanús, que mandan con 23.
En apenas cinco, los de Núñez se pusieron en ventaja con un gol de Nicolás De La Cruz, que pisó el área sobre la derecha y definió cruzado después de una certera habilitación de Álvarez, cuyo control fue clave para desestabilizar a la defensa.
Aunque no todo fue color de rosas para el Millonario, porque a diez del final del primer periodo la defensa se durmió y volvió a pegar un viejo conocido. Nacho Scocco aprovechó que ni Paulo Díaz ni Robert Rojas (jugó por David Martínez, con una fatiga muscular) lo salieron a marcar, afinó la puntería y sacó un disparo rasante que se coló en el rincón ante la revolcada de Franco Armani.
Pero para el segundo tiempo River fue letal de la mano de Julián. Corrían 61 minutos cuando el pibe de Calchín encontró dentro del área un remate fallido de Fabrizio Angileri, dominó y enfrentó a Aguerre para colocar la pelota en el ángulo superior izquierdo.
Diez más tarde, «Araña» conectó una pared en la puerta del área con Carrascal y le cedió el tercero al colombiano, que definió con un sutil toque tras la salida del arquero leproso. Y a los 76, otra vez el cordobés: Agustín Palavecino lo dejó solo y la mandó a guardar para establecer el 4-1 definitivo.
Triunfo necesario del Millonario. No solo le permite escalar y meterse de nuevo en la pelea, sino que el equipo demostró carácter y una mejoría futbolística luego de lo que fue un pobre empate en el Monumental. La Máquina está encendida y dentro de dos estaciones tendrá una dura parada: nada menos que el superclásico ante Boca. La punta es el destino, pero el camino es largo y River debe seguir por este sendero si quiere llegar con chances.
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