La Secretaría de Comercio descubrió irregularidades en los supermercados donde incluso se aprecia que no se respetan listas de Precios Cuidados.
En época de crisis y de inflación alta, la necesidad de los consumidores y la picardía de los empresarios han hecho que los diversos productos de mayor demanda aparezcan en las góndolas de los supermercados en tamaños cada vez más pequeños que los acostumbrados. La intención parece ser adaptar la oferta de esos productos a las carencias de los bolsillos, pero también eludir los controles de precios.
Las estrategias son muchas: envases mini de puré de tomate, pasta dental, gaseosas, jabón en polvo y alfajores, o edulcorantes que no endulzan tanto, yogures que se consumen en pocas cucharadas y champús que hacen menos espuma y obligan a reponer más rápido.
Muchas veces las empresas recurren a presentaciones más chicas para poder bajar el precio de un producto y hacerlo accesible en la góndola a un bolsillo menos solvente. Entre no comprar y comprar menos, el consumidor puede elegir llevarse el producto más chico y esta decisión es la que las empresas contemplan al encoger sus productos.
Las avivadas
Pero también hay «avivadas», cuando lo que se busca al reducir (o aumentar) de manera ínfima las cantidades para de esa manera eludir la obligación de integrar un listado de precios máximos. A causa de esto último, la Secretaría de Comercio Interior viene realizando operativos de control
De las diversas infracciones posibles, en esos procedimientos se han detectado lo que se denomina «transformaciones» o «productos mellizos». Es una maniobra por parte de las empresas productoras o proveedoras que tiene por fin desvincular un producto que forma parte de Precios Cuidados, discontinuarlo, colocar otro con características casi iguales y así poder aumentar el precio.
Más chico y más caro
Para Héctor Polino, titular de Consumidores Libres, comprar un producto en envase más chico muchas veces significa pagarlo más caro. Por ejemplo: una pasta dental en presentación de 30 grs. pagada $170 significa $5,66 por gramo, en tanto que si compro la de 90 grs a $350 estaré pagando $3,8 por gramo.
«En los envases hay un conjunto de gastos fijos que son similares independientemente del tamaño. Los costos de logística y de impresión son los mismos, el envase de vidrio, cartón o plástico es el mismo, lo que difiere es la cantidad del producto que contiene», señala Polino al explicar que el tamaño del envase no incide en el precio final.
«Por lo cual que quien cree pagar un precio menor en una presentación más chica muchas veces está pagando más caro», señaló. En el ejemplo dado, la pasta dental en su versión de 30 gramos debería costar $114 para alcanzar un valor equivalente a la de 90 gramos.
Por eso, señala Polino, «nuestro consejo a los consumidores es tratar de comprar el producto que viene en el envase más grande».
Pero, además, muchas empresas varían la cantidad del producto en valores ínfimos para burlar el listado de precios máximos. Un ejemplo: en la góndola figura el cartelito de Precios Cuidados para un producto de 500 gramos que está agotado, pero al lado aparecen varios paquetes de ese mismo producto, pero en envase de 510 gramos y obviamente con un precio mayor.
La maniobra es sencilla, llenan las góndolas con productos mellizos apelando a que serán pocos los consumidores que percibirán la diferencia. Estas picardías fueron detectadas el año pasado en medio de la pugna de los fabricantes por zafar del corset de precios máximo y motivaron varias sanciones.
«El objetivo es obtener más ganancias vendiendo en envases más pequeños, con lo cual el que termina beneficiándose es el consumidor de mayor poder adquisitivo que comprar más barato en la presentación más grande», consideró Polino.
Según Jorge Surin, profesor titular de Derechos del Consumidor de la Universidad de Belgrano «hay un límite muy fino entre la falta ética y la conducta ilegal. En estos casos pareciera que el empresario actúa con picardía, pero no es siempre claro que lo haga fuera de la ley”.
Para Fernando Blanco Muiño titular de la Unión de Consumidores de Argentina (UCA) y ex director de Defensa del Consumidor nacional, las prácticas desleales de las empresas cubren un amplio catálogo que incluye mentir sobre la cantidad del producto que está ofreciendo.
«Esto pasa en productos donde no es muy fácil hacer el control de peso y allí aparecen envases con más aire que el que debiera haber, o que para no aumentar de precio se usa un packaging similar, pero con menos producto. En esos casos, si la información de la caja coincide con el contenido no habría publicidad engañosa», explicó el especialista.
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