Los últimos incrementos de la nafta y el gasoil redujeron la venta en surtidores y, en consecuencia, algunas compañías tomaron la decisión de reducir los valores en las estaciones de servicio. Cuánto cayó la comercialización y qué dilema enfrenta el Gobierno.
El derrumbe del consumo de combustibles registrado en las últimas semanas, marcadas por los fuertes aumentos que impactaron de lleno en los surtidores, motorizó una reducción de los precios de las naftas y el gasoil en diversas estaciones de servicio del interior del país.
En principio, el retroceso de los valores oscilaría en un rango de entre 1,5% y 2%, luego de que las petroleras aplicaran actualizaciones de 140% desde noviembre. Así lo confirmaron fuentes de la Cámara de Empresarios de Combustibles (CEC).
Por qué bajaron los combustibles
«Ha habido baja en Shell, Axion y Puma. En YPF no se ha movido. Cuando aumentaron los precios, las primeras tres lo hicieron un 27%, mientras que YPF aumentó 26%. Ese punto, punto y medio de más que incrementaron las compañías, lo acomodaron para abajo», explicó el titular de la CEC, Raúl Castellano.
Al mismo tiempo, el referente del rubro remarcó que la caída de las ventas precipitó una mayor competencia entre las estaciones de servicio: «Algunas resignaron una pequeña parte de su margen bruto para estar más cerca de los precios de YPF. 2% de baja total computando los dos aspectos».
A su vez, el secretario de la Cámara de Expendedores de Combustibles Pedro Yorbandi expresó en declaraciones radiales que «hay un acomodamiento de precios en algunas ciudades» en la provincia de Córdoba.
«Como los precios son formados por empresas petroleras, viendo que en algunas ciudades quedaron con valores diferentes, hicieron un acomodamiento a la baja en algunos productos», sumó Yorbandi en diálogo con Cadena 3.
Fuentes del sector estimaron una retracción en la comercialización de combustibles que bascula entre 15% y 25%. Los números coinciden con el pronóstico del gerente general de la Confederación de Entidades de Comercialización de Hidrocarburos y Afines (CECHA), Guillermo Lego, quien había calculado una baja generalizada de 20%.
Impuesto a los combustibles: el dilema del Gobierno
Las primeras medidas del gobierno de Javier Milei se orientaron hacia la desregulación de la economía argentina. Entre ellas, destacó la liberalización de los precios de las naftas y el gasoil, cuyos ajustes eran fijados por el Ministerio de Economía de Sergio Massa hasta octubre de 2023. A cambio de mantener los valores por debajo de la inflación general, Massa benefició a las petroleras con el congelamiento del impuesto a los combustibles.
La carga tributaria se actualizó por última vez en el segundo trimestre de 2021. El ex candidato presidencial de Unión por la Patria justificó la decisión señalando que «tratándose de impuestos al consumo, y dado que la demanda de los combustibles líquidos es altamente inelástica, las variaciones en los impuestos se trasladan en forma prácticamente directa a los precios finales de los combustibles».
En efecto, el 1 de febrero debería ajustarse el gravamen a la nafta sin plomo, la nafta virgen y el gasoil. En apenas dos semanas, la gestión libertaria tendrá que resolver si aplica el tributo o no. Según Castellano, el atraso en la aplicación de la carga tributaria es de «300% y tendría una incidencia sobre el precio de venta entre el 25% y el 30%».
La cuestión impositiva abre una disyuntiva para el Gobierno. Si reactiva el impuesto a los combustibles, el Estado recaudará más recursos en tiempos de poda del gasto público pero los usuarios sentirán el ajuste en sus bolsillos. La contracara es prorrogar nuevamente el tributo y resignar ingresos en pos de no fogonear otro incremento de los precios.
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