Los depósitos UVA gozan de un repunte por la aceleración de la inflación. Sin embargo, son menos del 3% del total de plazos fijos. Por qué a los bancos no les interesan.
En un contexto de tasas reales fuertemente negativas, los depósitos a plazo fijo a 30 días tradicionales son una opción de ahorro de última instancia para empresas y particulares que prefieren colocar dinero a corto plazo para que arroje alguna clase de rendimiento que compense a la inflación, aunque no le gane ni le empate. En el sistema, sin embargo, existe una alternativa que garantiza conservar el valor de los ahorros, pero ni los clientes terminan de usarlos ni los bancos tienen incentivos para impulsarlos.
Se trata de los plazos fijos UVA (Unidad de Valor Adquisitivo), la contracara de los préstamos hipotecarios ajustados por esa unidad indexada por inflación que hoy son el foco de una polémica por la aceleración del ritmo de avance de los precios.
Esos depósitos consisten en una inversión que ajusta el capital constituido a la variación del CER (Coeficiente de Estabilización de Referencia). El depósito inicial se expresa en UVA de ese momento. Al vencimiento, el monto de UVA se convierte en pesos al valor del índice correspondiente para dicha fecha.
Puesto de otra manera, un depósito de $ 100.000 constituido el 28 de octubre de 2020, cuando un UVA valía $ 60, equivalía a 1.666,66 unidades indexadas. Noventa días más tarde, plazo mínimo para acordar un plazo fijo de este tipo, un UVA vale $ 66,20 según los datos diarios que publica el Banco Central. Así, el capital al día del vencimiento transformado de UVA a pesos es de $ 110.333.
Por sobre el capital expresado en UVA, además, se aplica la tasa que ofrece cada banco y que en la actualidad suele ir del 0,5% al 1,5% entre las entidades más grandes.
Estos rendimientos, que garantizan ganarle, aunque sea por poco al avance de la inflación, comparan con tasas de plazos fijos a 30 días que rinden 3% mensual frente a un índice de precios al consumidor que en diciembre subió 4%.
Sin embargo, a pesar de que el plazo fijo es una apuesta perdedora de antemano, la alternativa ajustada por UVA todavía tiene un rol marginal en el mercado bancario local.
Al 20 de enero, último dato oficial, todo el valor en pesos colocado en plazos fijos ajustados por UVA no alcanzaba el 2,6% del stock de plazos fijos tradicionales a tasa pre acordada. Eran $ 64.640 millones los colocados ese día en depósitos indexados, frente a $ 2,342 billones en plazos fijos tradicionales.
En un banco minorista local, un oficial que incide en la estrategia de fondeo de la entidad admitió que hoy no es atractivo para los bancos tomar depósitos que ajusten por la inflación en forma masiva. Y el congelamiento de las cuotas de los créditos UVA tiene que ver con ello.
“Si tomo depósitos UVA, tengo que darme vuelta y colocar préstamos UVA. Con congelamientos, cambios de reglas constantes y pocas personas dispuestas a endeudarse, no tiene sentido conseguir fondeo que voy a tener que devolver y al que no puedo colocar”, dijo.
Aunque los préstamos indexados estén lejos de un boom, los bancos sí tienen la opción de colocar los depósitos indexados en letras y bonos ajustadas por CER. Sin embargo, el principal emisor de esos papeles es el Estado nacional y cada tesorería de banco decide qué tanto está dispuesta a exponerse a bonos públicos.
Para Guillermo Barbero de First Corporate Finance, el poco atractivo que generan esos depósitos entre los bancos se combina con un público ahorrista que no se ha mostrado muy entusiasmado con la herramienta.
“Es cierto que los bancos no lo impulsan, porque el crédito hipotecario se cayó muchísimo el año pasado, porque el resto de las líneas de crédito UVA -personales, prendarios- tampoco crecen tanto y, entonces, no tienen necesidad de conseguirlos”, comentó el especialista.
“Además, este año con el congelamiento no pudieron ajustar sus préstamos según UVA dado el congelamiento de las cuotas. Un banco va a tener miedo de colocar un préstamo UVA y que después se lo congelen”, agregó.
Del otro lado del mostrador, o del otro lado de los home bankings, los clientes tampoco se lanzan a hacer esos depósitos.
“El plazo mínimo de 90 días repele mucho al ahorrista tradicional, que no quiere quedarse sin los ahorros tanto tiempo fuera de alcance, y la herramienta además nunca terminó de ser comprendida”, concluyó Barbero.
Con todo, cada pico en la inflación impulsa algunos cambios de cartera entre minoristas y empresas. Desde noviembre, el stock de plazos fijos UVA creció 34%, una variación que no se puede asignar sólo al impacto sobre el capital de la variación del UVA: subió poco más de 10% en el mismo plazo.
Para enfrentar la poca predisposición de los ahorristas a colocar depósitos a tres meses, a mediados del año pasado el Banco Central creó los depósitos UVA pre cancelables. Se trata de depósitos a 3 meses que, a partir del día 30, pueden ser cancelados. Eso si, al hacerlo no se percibe la variación de UVA sino una tasa predeterminada que tiende a ser menor aún que la de un plazo fijo tradicional. Sin embargo, por ahora no encuentra un gran eco.
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