El presidente Alberto Fernández anunció que este lunes se “va a dar conocer cómo resolveremos el problema de los taxistas, del monotributista, de la pequeña empresa y de los comerciantes». Al tiempo que afirmó que “a los que van a sufrir pérdida de salario, el Estado va a estar para ayudarlos. A los que han ganado mucho, les digo: Ganen un poco menos, no es mucho lo que les pido, es la vida de la gente”, aseveró el primer mandatario.
En la elaboración de estas medidas trabajó durante el fin de semana, prácticamente todo el gabinete económico, tanto de manera presencial como vía remota. Incluso, se analizó la falta de ingresos que afecta a los profesionales independientes. En esa línea, lo que se estudia es otorgar una suma fija para monotrobutistas y autónomos de las categorías bajas, definir que no habrá obligación de pagar el monotributo, una postergación para jubilados del pago de servicios y como anticipó el propio Presidente se prohibirá el corte de los servicios esenciales como luz, gas, agua e internet.
La pandemia puso en jaque a las alicaídas arcas estatales y el escenario puede agravarse toda vez que no se conocen aún los alcances de esta enfermedad. Sí se sabe con certeza a nivel oficial que “los ingresos serán escasos y las necesidades muchísimas”, sintetizan en el entorno presidencial.
Es más, las principales economías del mundo ya están hablando de la “la necesidad de implementar un nuevo Plan Marshall”, en referencia al programa que destinó enormes recursos a la reconstrucción de Europa después de la Segunda guerra mundial.
Argentina está sola en este momento que debe enfrentar la caída de la economía y las consecuencias de la pandemia. Con un elevado endeudamiento, déficit fiscal, sin acceso a los mercados internacionales de crédito y con la sombra de un posible default, no le queda otra alternativa que emitir para asistir a los vastos sectores que deberá auxiliar, aun corriendo el riesgo que el exceso de circulante se traslade a la inflación.
Algunos economistas apuestan a que la recesión oficiará en parte de freno a la suba de los precios. Lo cierto es que al menos en el rubro de alimentos y bebidas este razonamiento no se viene cumpliendo. Los cálculos hablan de que la caída del PBI para este año podría ubicarse en una franja que va del 2,5% a 5%.
En la AFIP observan con preocupación que ya antes del coronavirus la recaudación no se recuperaba y saben que con la economía paralizada los ingresos tributarios serán escasos. Los contadores comentan que muchos de sus clientes han dejado de cumplir con los tributos ante la disyuntiva que enfrentan “entre pagar salarios o impuestos” mientras esperan a ver cómo se instrumentan los REPROS (ayuda del Ministerio de Trabajo para cubrir la masa salarial).
Caída
Un trabajo de IARAF (Instituto Argentino de Análisis Fiscal) estima que habrá una disminución de la base imponible de impuestos como el IVA, a los ingresos brutos (IIBB) y Tasa de seguridad e higiene municipal (TISH), entre otros, como asimismo caída del pago de impuestos devengados y de aportes y contribuciones.
Según los cálculos de IARAF por “la pérdida de un mes de ingresos de aportes y contribuciones a la Seguridad Social, de (IVA), de Ganancias, de Combustibles, de otros coparticipados, de impuesto provincial a los Ingresos Brutos (IIBB) y de Tasa de seguridad e higiene municipal (TISH) los montos en juego serían de $330.000 millones (1% del PIB) para las arcas de nación y de $280.000 millones (0,9% del PIB) para las arcas de las provincias y sus municipios, en base al esquema de coparticipación vigente y a las recaudaciones propias de las provincias y de los municipios. En conjunto, un mes de recaudación de los principales impuestos y de los aportes y contribuciones equivale a 1,9% del PIB.
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