A lo largo y ancho del país, la Prefectura Naval Argentina defendiendo los intereses de los argentinos. Hoy, se cumplen 212 años de su creación, al servicio de la Patria.
Lejos quedó la Capitanía de Puertos, por caso el antecedente más antiguo de la actual Prefectura Naval Argentina, cuyas funciones fueron establecidas por el Primer Gobierno Patrio en junio de 1810 a través de dos decretos –uno del 25 de junio y el otro del 30 de junio, de los cuales, con el segundo decreto se designó como primer “Capitán de Puertos de las Provincias Unidas del Río de la Plata al por entonces alférez de fragata de la Armada Real Española Martín Jacobo Thompson –quien en 1815 sería designado como Coronel de Marina-
Nuestra estimada Prefectura Naval Argentina es una de las Fuerzas de Seguridad de nuestro país que cuenta con estado policial, cuya misión y sus funciones están definidas por la Ley Nro. 18.398.
En la actualidad se encuentra bajo la órbita del Ministerio de Seguridad de la Nación y es la máxima autoridad marítima, encargándose de la seguridad de todas las vías navegables interiores y del Mar Argentino.
Entre sus múltiples funciones se encuentran la de garantizar la navegación, poniendo sobre todas las cosas por delante las vidas humanas, ejerciendo su poder de policía y actuando también como auxiliar de la Justicia, de los derechos y las obligaciones que las leyes argentinas demanden.
Además, es funcional al desempeño y funciones en otros países, de la guardia costera y como una fuerza de seguridad de la navegación en los ríos navegables.
La historia da cuenta que en el año 1945 comenzó la construcción de la sede la Prefectura Naval Argentina, en las calles Cangallo –hoy Teniente General Perón- y su cruce con la Av. Eduardo Madero en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, finalizando esa construcción en el año 1949, pero aún sin las instalaciones adecuadas. Fue por ello que su inauguración definitiva se produjo recién en el año 1979.
Mucho debemos escribir sobre su historia, rica y abundante historia, donde enumerar las actividades desarrolladas serían casi infinitas.
En cada río, en cada lugar del Mar Argentino, están atentos y vigilantes sus hombres, enarbolando bien en alto el Pabellón Nacional, poniendo todo y hasta dejando su vida, como lo hacen habitualmente para combatir la pesca ilegal, rescatar tripulantes en alta mar sin importar condiciones climáticas, poniendo en juego el mayor tesoro que tiene una persona que es nada menos que su propia vida.
Por eso a nadie le resultó extraño que en el conflicto bélico que mantuvo nuestro país con Gran Bretaña, hombres de la máxima autoridad marítima argentina, dejaran su vida para defender a sus compatriotas y el territorio usurpado.
Deberían sobrar palabras para homenajearlos, pero en ocasiones la falta de ellas hacen que no se pueda expresar la gratitud que siente el sector pesquero, las industrias como la naval o aquellos simples ciudadanos que destacan en cada acción la entrega de cada uno de sus hombres en los distintos lugares que le han sido asignados.
Desde un escritorio, o montando una guardia al rayo del sol o con temperaturas bajo cero, ahí están, prestos, atentos, serviciales y con el firme compromiso de entregar todo por el prójimo y por su propia bandera.
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