Son datos de la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras y de la ONU. La palabra de los expertos sobre cómo abordar la situación, tanto del lado de la víctima como del victimario.
En el último año, los casos de bullying se duplicaron en la Argentina. Así se desprende de los datos recolectados y publicados por la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras.
A su vez, el Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos, que funciona en el marco de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), estableció en un informe que en América Latina dos de cada cuatro casos de maltrato escolar se manifiestan a través de plataformas digitales. A esta dinámica se la conoce como ciberbullying.
El bullying en Argentina
En la Argentina, los casos de bullying pasaron de 6.200 antes de la pandemia a 12.300 casos (contabilizados) entre noviembre de 2020 y 2021. Así surge de la última encuesta de la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras, realizada en colegios primarios y secundarios públicos y privados, que fue publicada a fines de 2021.
Qué es el bullying
“Cuando hablamos de bullying nos estamos refiriendo a una agresión sistemática, sostenida en el tiempo, de una misma persona agresora o grupo hacia una misma víctima”, explica Soledad Fuster, licenciada y profesora en psicología, es coordinadora pedagógica en la Dirección General de Niñez y Adolescencia (CABA), y trabaja en la prevención de las violencias.
“En general comienza con una violencia psicológica, en apariencia sutil, a través humillaciones, burlas, insultos, amenazas, que se va complementando con actos de violencia física como, por ejemplo, hacer tropezar a la víctima cuando pasa, pegarle o empujarlo; colocar pegamento en el banco, esconderle los útiles, romper sus pertenencias, reírse ante sus preguntas o participación en clase, entre otros”, agrega.
Para Fuster, “no podemos hablar ya casi del bullying sin pensar en el ciberbullying porque todo lo que pasa en la vida de los chicos y las chicas hoy está atravesado por lo digital”.
“Si están ejerciendo violencia contra un chico o una chica inevitablemente en algún momento lo van a subir a las redes, van a mandar fotos por chat, lo van a excluir de los grupos de WhatsApp, etc. El ciberbullying está en línea directa con el bullying, incrementando el padecimiento de la víctima”, sintetiza la licenciada.
Fuster enumera tres prácticas negativas a las que recurren los adultos y que no facilitan a las víctimas poder expresar lo que les pasa:
- Micromachismos: la víctima recibe comentarios como “se tiene que hacer hombre”, “llora, parece una nena”.
- Adultocentrismo: se trata de interpretar el padecimiento de un chico o una chica víctima como un evento poco significativo, entendiendo desde una mirada adultocéntrica que los problemas verdaderamente graves, son aquellos que atraviesan las personas adultas. Estas situaciones se expresan mediante frases como “son cosas de chicos, ya las van a resolver”, “no les des importancia”, “sentate en otro lado”, “tenés que hacerte fuerte, hacete respetar”
- Corresponsabilidad: además del chico o la chica que ejerce la agresión, están quienes participan activamente, acompañando, incentivando y/o filmando lo que ocurre y aquellos/as que observan en silencio sin intentar detener a quien agrede. De este modo, refuerzan el poder que el chico o la chica agresora siente tener y habilitan que la violencia contra la víctima continúe, incrementando su padecimiento.
Sobre la corresponsabilidad, Fuster sostiene que muchas personas aún creen que el bullying se da cuando un chico no puede defenderse de las agresiones, sin embargo, lo que ocurre es que la víctima intenta defenderse y pedir ayuda, lo hace de la manera que puede, pero se encuentra con que nadie está dispuesto a brindar protección.
“Es lo que encuentra en la realidad, ve que los docentes observan lo que está pasando, pero no lo reconocen como algo grave, ve que sus pares observan la violencia, pero nadie interviene ni detiene la situación. Ahí es donde tenemos que cambiar el foco y pensar en la corresponsabilidad”, recomienda Fuster.
Detección y abordaje del bullying y el ciberbullying
Para poder detectar el bullying es fundamental que haya comunicación afectiva y efectiva con una escucha respetuosa y empática. “Es muy importante escuchar y observar a los chicos y a las chicas porque cada uno/a pide ayuda de la manera y en el momento que puede”, indica Fuster.
“Muchas veces las personas adultas por desconocimiento esperan ver situaciones de violencia física, lo cual cuando ocurre produce lo que se conoce como ‘estallido’. Los estallidos son los que aparecen después de un tiempo de agresión -en apariencia- silenciosa, donde quizás la violencia física no estuvo presente, pero sí la psicológica y emocional, que en muchas oportunidades no es percibida por docentes ni familiares”, explica la profesional.
En cuanto al abordaje de situaciones de bullying, Fuster destaca la importancia de trabajar con el chico o la chica víctima afectado por la violencia recibida brindando protección, contención y asistencia psicológica si lo requiriera, y también con quien cometió la agresión.
Quien agrede podría encontrarse en una situación de vulnerabilidad, estar atravesando un proceso de duelo, enfermedad o padeciendo violencia física o sexual por parte de otras personas, recurriendo a la violencia como modo de canalizar sus angustias, enojos o frustraciones.
Según indica Fuster, la intervención desde la institución educativa también debe ser con las familias. “Hay que promover la corresponsabilidad, y al mismo tiempo proteger a la víctima y favorecer su revinculación con el grupo de pares. También reforzar las normas de convivencia, y al determinar quien cometió la agresión, dar cuenta de las consecuencias de sus comportamientos a través de medidas que, lejos de generar resentimiento y exclusión, posibiliten acciones reparadoras y favorezcan la construcción de vínculos saludables”, concluye la profesional.
Señales de que un chico es víctima de bullying
Fuster señala que la víctima de bullying a veces puede poner en palabras lo que le está pasando y otras no. Sin embargo, podrán reconocerse algunos indicadores a través de cambios conductuales o emocionales y de distintas maneras como:
- No quiere ir al colegio o se empieza a sentir mal antes de ir
- Vuelve del colegio con hambre (porque le sacaron la comida)
- Vuelve del colegio con golpes o cosas rotas
- Empieza a perder la concentración en el colegio, baja sus calificaciones
- Empieza a estar desganado, pierde interés por actividades de las que antes disfrutaba
- Se muestra más angustiado, sensible o enojado
- Se aísla
- Evidencia alteraciones en el sueño o la alimentación
- Tiene pesadillas
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