Del 18 al 20 de septiembre, la comunidad judía festeja el año nuevo en todo el mundo. Para celebrar se cocinan comidas tradicionales, se dedica tiempo a la oración y se reunen para escuchar música típica.
Llega septiembre, la primavera y el Rosh Hashaná, el Año Nuevo judío. Sin embargo, el festejo de este, que es el 5781, se deberá reinventar por la pandemia y cada familia deberá celebrarlo desde su casa.
El Rosh Hashaná se celebra con comidas especiales y tradicionales. En el primer día (viernes 18), al caer la noche, se comen las manzanas bañadas en miel junto al infaltable pan de jalá, que también debe ser sumergido en miel.
¿Por qué es tan importante que la miel acompañe estas comidas? Porque significa un nuevo año con dulzura y es por eso que hay que acompañarlo con la oración «renuévanos un año bueno y dulce».
Una de las prioridades durante estos días es escuchar el sonido del Shofar, un instrumento musical antiguo hecho de cuerno de carnero, que suena en el segundo día (sábado 19). Este año, aunque se dificulta asistir a los servicios comunitarios, sigue siendo una obligación escuchar 30 toques del shofar. Por eso, las alternativas que se presentan son: solicitar un servicio a domicilio, encontrar algún “street shofar” donde rabinos y voluntarios toquen en lugares abiertos, y si no es posible la comunidad recomienda comprar uno propio para la casa y repasar las leyes del toque del shofar.
Por último, es fundamental la constante oración durante los tres días. La comunidad debe acudir a la lectura del día de la Torá y cada minuto desocupado de Rosh Hashaná debe usarse para leer Salmos. Así, los rabinos recomiendan que con más tiempo de inactividad por el aislamiento, este año tendrían que decirse más Salmos que nunca.
¡Shana Tová! para la gran comunidad judía de la Argentina.
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