Ya está pasando en Buenos Aires y Resistencia, Corrientes tiene 120 barrios vulnerables. La gente no guarda el distanciamiento ni el uso del barbijo en los asentamientos, ni tampoc en los barrios de la periferia. Se desconoce si dentro de sus hogares mantiene las normas de higiene, mientras el movimiento y contacto entre amigos y familiares es un ida y vuleta permanenete.
el Colectivo de Hábitat Turba realizó un relevamiento sobre cómo se vive el aislamiento obligatorio por la pandemia de coronavirus en los barrios populares de Corrientes y Gran Resistencia. Los resultados arrojaron que las condiciones habitacionales van de precarias a críticas; mientras que el hacinamiento y la dificultad de acceder a servicios básicos complican la vida en este contexto.
Según el estudio, en algunos barrios populares existen diferentes zonas con distintos niveles de precariedad.
La mayor parte de los encuestados (71%) afirmó que, durante la cuarentena, se encuentran en una vivienda en la que habitan entre 2 y 4 personas en total. Dicha vivienda en mayor medida es propia, seguida por viviendas en alquiler, de las cuales el 33,3% afirma no haber podido pagar en lo últimos cinco meses.
De acuerdo con la consulta sobre la cantidad de cuartos de tales viviendas (sin considerar baño ni cocina), se ha presentado un solo caso con hacinamiento crítico, es decir, un hogar con más de tres personas por cuarto. Resulta muy excepcional, frente a la holgada media de 0,83 personas por cuarto, común en las encuestas de ambas áreas metropolitanas.
Acerca de la calidad de los materiales de las viviendas, la encuesta indica que casi el total de las personas que participaron cuentan con una vivienda cuya calidad de materiales sería adecuada, y el 98% de las personas encuestadas afirma tener agua potable dentro de la misma. “Quisiéramos que este fuera el escenario completo, pero las entrevistas evidencian una situación absolutamente diferente”, dijeron los encuestadores.
Estas últimas, en situación de precariedad extrema, ya antes de la pandemia generaban dificultades a sus habitantes para permanecer allí, sobre todo cuando se producen fuertes lluvias e inundaciones. Otra preocupación recurrente de las personas entrevistadas es la inminente llegada del invierno en esas condiciones.
Hay zonas con viviendas de materiales reciclados, como madera, chapas de cartón, bolsas y plásticos como nylon; piso de tierra, etc.
En general, son áreas hacia el interior de los barrios, o muy cercanas a los ríos Paraná: Quinta Ferré, Anahí, Molina Punta, Mendoza al Sur y La Tosquera.
“La verdad es que acá en los barrios Anahí, Sol de Mayo y Canal Trece, las viviendas son precarias. Más las que están a dos cuadras del río. Y que vivan mucho tiempo ahí es difícil, porque falta mucha urbanización”, afirmó Florencia Ojeda, referente del barrio Anahí y la Red Vecinal Zona Norte.
El informe, señala que la posibilidad de permanecer en la vivienda también se ve condicionada por la cantidad de personas que se encuentran habitando espacios de dimensiones insuficientes. La cantidad de personas, en algunos casos, tiene relación con la convivencia de varios hogares en un mismo terreno o vivienda. “Hay familias grandes y numerosas en viviendas de 5×4 metros, donde conviven entre siete y ocho personas”, dijo Miguel Alegre, del barrio Mendoza al Sur. “La están pasando mal”, agregó quien también es referente de Somos- Barrios de Píe.
Tanto por crecimiento de las familias como por la conformación de nuevos núcleos familiares, enfrentan dificultades extremas para acceder a suelo urbanizado y asequible.
El informe sostiene a través de las entrevistas realizadas, que para que se cumpla el aislamiento social se debe garantizar el acceso a bienes, servicios y condiciones sanitarias urbano-habitacionales, indispensables para su cumplimiento.
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