25 noviembre, 2024

Los secretos del vino Malbec argentino: por qué se convirtió en furor

Cada 17 de abril se celebra el día mundial de la cepa emblema de la Argentina. Los números detrás del boom y las razones detrás de este fenómeno

Malbec argentino Campeón!». Este es el lema que eligió Wines of Argentina para la nueva edición del Día Mundial del Malbec porque, si hay algo tan argentino como el fútbol, la carne y el tango, es el Malbec.

Es cierto, su origen está en Francia, su cuna más precisamente es la zona de Cahors, donde se conoce a esta variedad como Côt, pero desde que llegaron las primeras plantas a la Argentina, precisamente en el año 1853, encontró su lugar en el mundo: por su plasticidad, se adaptó a gran parte del territorio argentino, y adquirió cualidades muy diferentes a las de su lugar de origen.

De hecho, es una realidad que tras el boom del Malbec, otros países productores también se decidieron a comenzar a cultivarla e incluso Cahors volvió a poner sus ojos en esta cepa.

«Desde hace más de dos décadas Argentina se consagró campeón y se mantiene vigente en el podio de la mano del Malbec. Como en el fútbol, aquí también hay un equipo de enólogos y enólogas y profesionales de la industria que -guiados por su conocimiento, el trabajo en equipo y motorizados por la pasión- supieron convertir al Malbec en campeón indiscutido de la escena mundial», señalaron desde Wines of Argentina, la entidad encargada de promover el vino argentino en el mundo y que instauró el Día del Malbec allá por 2011.

«El Malbec Argentino es indudablemente la variedad insignia de Argentina y la punta de lanza que permitió a la industria vitivinícola nacional abrirse camino en los mercados mundiales. Con el 56% del total de vino fraccionado comercializado en el mercado externo, el Malbec sigue consolidándose como la variedad más exportada, afianzando su posicionamiento internacional», agregaron desde WOfA.

Hoy, hablar de Malbec es hablar de una apuesta casi segura a la hora de elegir una botella en la góndola de un supermercado, en la estantería de una vinoteca o a través de una página de ecommerce. Podrá adaptarse en mayor o menor medida a nuestro paladar y al estilo que buscamos, pero es un hecho que es muy difícil encontrar un Malbec «feo».

La variedad de terroirs, estilos y gamas de precios genera que, a veces, sea muy difícil decidirse por alguna etiqueta cuando uno quiere salir de la zona de confort y probar algo diferente.

En ese sentido, hay un dato contundente: si nos planteáramos el desafío de tomar 1 vino Malbec diferente por día, necesitaríamos nada menos que 5,4 años para poder conocer cada una de las 2.004 etiquetas que se comercializan en el mercado interno, según datos del Observatorio Vitivinícola Argentino.

Otro dato interesante: si notás que cada vez hay más marcas nuevas y poco conocidas, es una realidad: de acuerdo al anterior registro de este organismo, había 1.840 etiquetas de vino Malbec. Con lo cual, en un año surgieron 164 nuevas alternativas.

¿Y qué pasa en el exterior? El boom del Malbec, que se potenció tras el fin de la convertibilidad (de la mano de un mix que conjugaba fuertes inversiones locales y del exterior en tierras, viñedos y construcción de bodegas y un precio de exportación muy competitivo), hoy permite que en las góndolas del exterior haya 1.659 etiquetas y se generen divisas para el país por casi u$s500 millones anuales.

 «El Malbec desde fines de los años 90 y hasta inicios de los 2000, tuvo una gran expansión a nivel mundial, especialmente en los Estados Unidos donde, en la década del 2000, fue la variedad que más creció. Se trata de un gran éxito relativamente reciente para una variedad que es bastante antigua en la Argentina», explica Hervé Birnie-Scott, fundador y director de Terrazas de los Andes, bodega que ofrece en el mercado Malbec de alta gama provenientes de terroirs de altura.

Un estilo de Malbec para cada consumidor

Una de las cualidades más destacables de esta variedad es que es muy versátil y plástica. ¿Qué significa esto? Que logra adaptarse muy bien a todo tipo de terroirs, de norte a sur y de este a oeste, mostrando perfiles diferentes en cada zona, en función de la altura, el tipo de suelos y el clima.

En algunas zonas, el Malbec se mostrará cargado de frutas rojas; en otras, tenderá a ser más floral; hay lugares donde también se sentirá más herbal y por qué no, especiado. En boca, en tanto, la variabilidad es amplia en función de dónde es cultivado: puede ser redondo, jugoso, sedoso y amable, pero también súper texturado, tenso, largo y vibrante.

Santiago Mayorga, enólogo de Bodega Nieto Senetiner, explica los múltiples y complejos factores que influyen en el estilo final que puede tener cada vino: «El Malbec se diferencia de acuerdo a varios aspectos que se relacionan con el ‘efecto terroir’. Por un lado, el material genético, hablamos de selecciones masales o de clones. Por otro lado, el efecto del hombre, ¿cuándo cosechamos? ¿Cómo se maneja al viñedo? Y el trabajo en campo que se hace: manejo de la canopia, desbrote, deshoje, rendimiento por hectárea, la cantidad de agua que se aplica. Y luego la mano del hombre en la bodega: cómo lo elaboramos, el tiempo de maceración, la maderización».

Por último, «el efecto clima que hace que esa uva sea especial: la altura, la pendiente, el suelo, la región particular, las horas de luz, la amplitud térmica, con lo cual independientemente que un mismo enólogo haga un malbec de distintas regiones siempre va a tener alguna particularidad que lo diferencie», concluye Mayorga.

A su turno, la ingeniera agrónoma de Nieto Senetiner, Jimena Castañeda, señala que «la Argentina tiene muchos terroir o IG muy buenos para lograr excelentes Malbec. Lo que tiene el Malbec, a diferencia de otras variedades, es que es una variedad muy ‘plástica’. Se adapta a diferentes suelos, altitudes y climas. Obviamente aquellas zonas con una altitud mayor a los 900 a 1.000 msnm y con buenas amplitudes térmicas entre el día y la noche en los meses de verano (febrero, marzo y abril) harán uvas más concentradas y con mejores potenciales cualitativos».

«Creo que Argentina en general ha evolucionado mucho en la calidad enológica del Malbec y se logran buenísimos exponentes desde Cafayate hasta la Patagonia», completa la experta.

Hervé Birnie-Scott acota que «después de su largo viaje desde el sudoeste de Francia, el Malbec se arraigó en la Argentina, particularmente en Mendoza. Se adaptó muy bien a su suelo y clima y tomó fuerza en este nuevo terruño, creando condiciones para, un siglo y medio después, proyectarse hacia los mercados mundiales, fortalecido y con un estilo bien singular».

Y agrega que «obtendremos la mejor expresión del Malbec bajo las condiciones secas de los grandes terroirs de Mendoza y de otras provincias, principalmente en el pedemonte cordillerano, junto a sus suelos pobres y la condición de frescura, yendo en altura».

«Son factores únicos en el mundo para crear un Malbec de suma calidad», recalca.

Actualmente, las más de 46.000 hectáreas plantadas con Malbec se reparten entre 18 provincias, siendo Mendoza la que monopoliza el volumen, con el 85% del total. Le siguen San Juan, Salta, La Rioja y Neuquén.

Hablamos de diversidad. Y prueba de ello es que hoy es posible encontrar viñedos de Malbec en provincias como San Luis, Santa Fe, Santiago del Estero, Entre Ríos (que supo ser un polo productivo importante hasta comienzos del siglo XX) y también Chaco, que no suele aparecer en los registros oficiales, pero donde hace poco se creó un viñedo experimental con Malbec.

El mapa es tan amplio y extenso que es posible encontrar el Malbec plantado a mayor altura a nivel mundial, a 3.300 metros sobre el nivel del mar, en Jujuy, propiedad de la bodega Viñas de Uquía, que elabora vinos orgánicos certificados. Mientras que, bien al sur puede encontrarse el Malbec más austral del mundo, cultivado por bodega Otronia, en Sarmiento, localidad al sur de Chubut. Allí, donde los vientos pueden llegar a alcanzar los 100 kilómetros por hora, la bodega cuenta con 3 hectáreas de Malbec.

En diálogo con iProfesional, Juan Pablo Murgia, enólogo de Otronia, cuenta que «el Malbec que estamos logrando es único y excepcional, con todas las características de este terroir noble, frío y extremo. Los vinos son extremadamente frutados, pero con notas especiadas y herbales. Son vinos de mucha complejidad, frescura, elegancia y definición y con una textura de taninos increíble».

Otro terroir extremo y muy interesante se encuentra en Tucumán, donde la bodega Altos La Ciénaga produce vinos Malbec sorprendentes en Colalao del Valle y Paraje La Ciénaga, a 1.800 y 2.300 metros sobre el nivel del mar, respectivamente.

«El Malbec que producimos en Tucumán es de color muy intenso, robusto, de taninos redondos, pero que mantienen la rusticidad típica del Valle. Son vinos que siempre van a tener mucha fruta, una acidez notable y una larga permanencia en boca», detalla Rolo Díaz responsable del proyecto más interesante de Tucumán.

Y de cara al futuro, tras el boom inicial del Malbec, ¿qué viene? Según los expertos, más Malbec, pero cada vez más asociado a las cualidades únicas de los diferentes terroirs.

«El Malbec tiene un segundo aliento. Luego de elaborar muchos Malbec grasos, sucrosos y potentes, el Malbec se ha ido afinando, para encontrar más elegancia, menor grado alcohólico, más frescura y más viveza aromática. Para lograr esto, se está cosechando más temprano y se está utilizando menos madera», acota Hervé Birnie-Scott.

«Este segundo aliento, en el cual se hace foco en el origen, asegura un futuro alentador para el Malbec», completa.