26 noviembre, 2024

Se cumplen 30 años del atentado a la Embajada de Israel y sólo queda un gran vacío

En 1992, Israel sufrió el peor atentado diplomático de su historia: una embajada entera desapareció de Buenos Aires. Tres países encararon su propia investigación, pero la realizada en Argentina dejó más disyuntivas que certezas; sospechas sin pruebas; ningún acusado ni sentencias. A 30 años, sólo queda una plaza seca con un gran vacío que recuerda a las víctimas.

Se cumplen 30 años del atentado a la sede de la Embajada de Israel, en Argentina. Fue el martes 17 de marzo de 1992.

A las 14:45 horas, un suicida impactó con una camioneta Ford F-100en el frente del edificio de la calle Arroyo 910. Estaba cargada con explosivos.

En dos segundos, la esquina de Arroyo y Suipacha parecía un escenario bélico atroz después de una batalla perdida. Allí murieron “al menos” 22 personas y otras 242 resultaron heridas. De la embajada no quedó nada en pie; y del edificio del consulado adyacente, sobre Arroyo 916, también.

Hasta ahora se cree que los sospechosos del atentado a la Embajada de Israel ingresaron a la Argentina a través de la triple frontera que nuestro país comparte con Paraguay y Brasil.

Si bien el atentado terrorista fue investigado por tres países (Argentina, Estados Unidos e Israel) sólo la Corte Suprema de Justicia de la Nación no llegó a nada concreto. Se acumularon pruebas y supuestos sospechosos, pero no hay culpables directos y hasta ahora, esa causa nunca se elevó a juicio.

En 2015, Ricardo Lorenzetti, presidente de la Corte Suprema de Justicia declaró públicamente que la causa era “cosa juzgada” debido a la acordada de 1999. La declaración generó confusión ya que en 2006 la misma Corte Suprema había dictado una resolución estableciendo no prescribía.

La línea investigativa del atentado a la Embajada de Israel en Buenos Aires se vincula, en primer lugar, con el atentado terrorista que sufrió dos años más tarde, el 18 de julio de 1994, la sede porteña de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en la calle Pasteur 633, en el que murieron 85 personas.

Una mirada más abarcadora también marca una elipse hacia el atentado que sufrió el primer ministro de Israel Isaac Rabin, el 4 de noviembre de 1995, en Tel Aviv, cuando un terrorista judío de extrema derecha lo asesinó.

Cuando ocurrió el primero de esos ataques terroristas, Carlos Menem era el presidente de Argentina (1989 y 1999). El mismo deslizó, informalmente, que tal vez el terrorismo islámico se sintió ofendido cuando nuestro país envió naves al Golfo Pérsico, en 1991, para alinearse con Estados Unidos en la invasión iraquí de Kuwait.

El ex presidente Menem también dijo que alguien se podría haber sentido ofendido cuando él, como primer mandatario, visitó Israel.

En paralelo, corría el rumor de que el terrorismo de Medio Oriente había llegado a Buenos Aires para cobrarse los aportes de campaña que el ex presidente Menem no habría devuelto con la contraprestación pactada.

El atentado, para Estados Unidos

En Estados Unidos, en cambio, la investigación se concentró en el FBI. La declaración que inclinó la balanza de la justicia fue la de un “experto en asuntos iraníes”, Patrick L. Clawson, asesor de la Agencia Nacional de Seguridad y el Departamento de Estado de los Estados Unidos, quien sostuvo la hipótesis de un coche bomba estacionado sobre Arroyo, que fue detonado en la calle, y no un conductor suicida que impactó contra el frente de la Embajada.

También en Estados Unidos, una jueza, Segal Huvelle, culpó del atentado a la organización Hezbollah, apoyada por Irán, país al que condenó a indemnizar a la familia de una de las víctimas que murieron en Buenos Aires.

El atentado, para Israel

Israel, desde luego, también siguió su propia línea investigativa, concentrada en el Mosad. En marzo del año 2010, el embajador de Israel en Argentina, Daniel Gazit, dijo en su propio país y sin dar ninguna precisión que el estado de Israel “había eliminado” a los autores del atentado.

El atentado, para Argentina

En Argentina, la causa tramitada como expediente 143/1992 pasó por varias secretarías, diversas pericias y dejó varios cabos sueltos, entre algunas afirmaciones:

  • los muertos habían sido 22 (y no 29 como se había informado oficialmente hasta 1999); 
  • se sospechaba que la mano del atentado provenía de Jihad islámica, brazo armado del Hezbollah, pero no se contaba con suficientes pruebas;
  • hubo un coche bomba;
  • el vehículo había sido comprado por un brasileño (Ribeiro Da Luz) a un fotógrafo de la policía;
  • se descartó la tesis de la implosión desde el interior de la Embajada;
  • se dictó una orden de captura internacional contra un integrante de Hezbollah, Imad Fayez Mugniyah, que nunca llegó a nada. Supuestamente, el hombre de 45 años falleció tiempo después, en Siria, en febrero de 2008.

Un grupo de familiares de las víctimas y sobrevivientes del atentado a la Embajada, contrató a la abogada Rita Janá, para encarar una investigación paralela. “Acá, durante 14 años, lo más fácil para borrar fue la conexión local, no la internacional. Por eso, no quedó nada”, sostuvo hace años, mientras pedía oficios en diversos juzgados del resto del mundo, para llegar a algún dato certero.

Plaza de la Memoria

El espacio en donde funcionó la Embajada de Israel se transformó en la Plaza de la Memoria, inaugurada el 17 de marzo del año 2000.

De la construcción original sólo se preservó un muro. La Plaza de la Memoria es una plaza seca, con dos hileras de tilos. Una placa recuerda los nombres de los fallecidos y hay un monumento al Estado de Israel y sus víctimas.

Allí, cada 17 de marzo a las 15 hs, se recuerda a las víctimas del atentado de 1992.