El nado es una gran alternativa para estar en forma saludable. La práctica se vincula con un 28% menos de riesgo de muerte prematura, según estudios científicos
Correr está de moda, el running se convirtió en tendencia y son cada vez más los adeptos que se lanzan a participar en carreras cada fin de semana. El entrenamiento en el gimnasio también tiene sus seguidores, unos más fieles y otros pueden considerarse “golondrinas”, llegan en primavera para “ponerse a punto” para el verano y luego abandonan.
En cambio, la natación, uno de los deportes más completos para el cuerpo, es una práctica menos convocante porque muchas personas esquivan los preparativos previos y post piscina (cambiarse antes y luego de la práctica, el frío en invierno, acercarse hasta un natatorio).
Sin embargo, el nado es uno de los entrenamientos más completo para cuerpo y se estima que 30 minutos de ejercicio en la pileta o aguas abiertas equivalen a 45 minutos de ejercicio en tierra, según datos de la Swim England, la asociación que reúne a quienes practican deportes acuáticos en el Reino Unido. Dicen también que aún una sesión de natación tranquila puede quemar más de 400 calorías por hora, más del doble que caminar.
Así, la natación cuenta con varios beneficios: es ideal para aquellas personas que se están recuperando de alguna lesión o dolencia. La razón es sencilla, en el agua no existe el impacto. Según los especialistas, cuando nos sumergimos hacemos uso de “todas nuestras extremidades, articulaciones y grupos musculares, y concentrarnos al mismo tiempo en la regulación de nuestra respiración, lograremos fatigar y desestresar todo el cuerpo”.
También se obtiene un incremento en la flexibilidad y elasticidad, mientras se fortalecen todos los músculos, en especial de la espalda. Esto permite una mejora en el sistema respiratorio y un aumento de la capacidad pulmonar, con el consiguiente alivio para algunas enfermedades crónicas.
Un informe independiente realizado en 2017 por Swim England junto a la Comisión de Natación y Salud británica afirmó que las personas que nadan de manera habitual tienen un 28% menos de riesgo de muerte prematura y un 41% menos de riesgo de muerte por enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.
Los beneficios para la salud física son bastante conocidos, en cambio están menos documentados los puntos fuertes que aporta la natación para la salud psicológica de las personas. Un relevamiento realizado por Swim England en 2019 detectó que casi 1,5 millón de personas residentes en el Reino Unido que practicaban natación dijeron que habían reducido el número de consultas con profesionales de la salud.
El informe de la entidad indicó que practicar una actividad acuática “tiene un impacto positivo en la salud mental” entre las que mencionó: “mejora del estado de ánimo, aumenta la autoestima, reduce el riesgo de depresión, retrasa la demencia y el deterioro cognitivo, mejora el sueño y reduce el estrés”.
Además, “la natación ha ayudado a reducir los síntomas de ansiedad o depresión de 1,4 millones de adultos en Gran Bretaña. Casi medio millón de adultos británicos con problemas de salud mental han afirmado que nadar ha ayudado a reducir el número de visitas a un profesional médico en relación con su salud mental”. Asimismo, “nadar y estar en el agua puede ayudar con la relajación”, dijo.
El agua fría
La práctica de la natación en agua fría, algo que generalmente se lleva a cabo en ríos, mar u otros espacios abiertos, es una práctica especialmente señalada como beneficiosa para la salud mental, ya que al sumergirse el cerebro libera dopamina, la hormona del bienestar, que genera a su vez un aumento de las endorfinas, la hormona que ejerce una acción analgésica natural. Este efecto puede llegar a durar varias horas después de salir del agua.
La Universidad de Portsmouth, en el Reino Unido, realizó una investigación sobre las propiedades antiinflamatorias del agua fría que agregó pruebas sobre la base de testimonios que indican que practicar natación con bajas temperaturas puede amortiguar las respuestas inflamatorias que provocan ansiedad y depresión. Esto se suma, por supuesto, al hecho de encontrarse en un entorno natural, que reduce el estrés.
Entre las múltiples ventajas físicas, la organización benéfica Versus Arthritis afirma que la natación ofrece una serie de ventajas físicas a quienes padecen artritis, desde el alivio de la rigidez muscular hasta el aumento de la flexibilidad de las articulaciones.
Sarah Waters, quien reside en el condado costero de Cornualles, Inglaterra, sufre de artritis reumatoidea, que es una enfermedad autoinmune crónica inflamatoria y años atrás fue diagnosticada con cáncer de piel.
El desgaste físico y emocional de las operaciones para extirpar el cáncer sumado a los tratamientos y la necesidad de protegerse durante la pandemia complicaron su salud, pero la suerte de Waters dio un giro cuando, tras un pequeño empujón de su madre, empezó a nadar en el mar.
“Empecé a ir y no paraba de decir: ‘Tienes que entrar, realmente te ayuda con tu salud mental’”, dijo Waters a CNN. “Cuando sales, te da como un subidón, casi como si hubieras despertado en cierto modo. Sé que suena muy raro, pero definitivamente te da esa sensación de cosquilleo de haber logrado algo que nunca antes pensaste que podrías hacer”.
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