Inhibido de poder acceder a la presidencia de Brasil, Jair Bolsonaro sugirió que su esposa Michelle podría presentarse a las elecciones de 2026.
Las esperanzas del expresidente brasileño Jair Bolsonaro de recuperar la presidencia en 2026 pueden haber terminado, pero eso no significa que no haya un Bolsonaro candidato dentro de tres años.
El Tribunal Electoral Federal (TSE) de Brasil congeló el viernes la carrera política de Bolsonaro, prohibiendo al nacionalista de extrema derecha ocupar cargos públicos hasta 2030 por difundir afirmaciones infundadas sobre el sistema de votación del país en las elecciones del año pasado.
La sentencia representa un revés devastador para el político de 68 años, que hasta hace poco era el hombre más poderoso de Brasil. Sin embargo, no tiene por qué significar el final para el clan Bolsonaro.
En declaraciones efectuadas el jueves a su llegada a Río de Janeiro, donde fue recibido con gritos de «criminal» y «golpista», Bolsonaro respaldó a su esposa Michelle para 2026.
«Por supuesto, apoyaría una candidatura de Michelle», afirmó.
Bolsonaro, que también se enfrenta a una serie de investigaciones penales que podrían llevarlo a la cárcel, es culpado por muchos brasileños por dar a luz un movimiento nacional de negación de las elecciones después de su derrota el año pasado ante el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva.
En ocasiones anteriores ha sugerido que, una vez «fuera del juego», podría convertirse en una figura muy influyente de la política. Pero muchos de sus ex aliados ya están depositando sus esperanzas para 2026 en caras más nuevas, como el gobernador de Sao Paulo, Tarcisio Freitas, y el de Minas Gerais, Romeu Zema.
Su mejor oportunidad de seguir siendo relevante puede estar ahora en su familia.
Michelle Bolsonaro es una recién llegada a la política. Pero su perfil creció en la campaña de 2022, cuando se convirtió en una figura cada vez más visible en los actos de su marido, que luchaba por atraer a las votantes femeninas. El año pasado se afilió al conservador Partido Liberal y ahora dirige su movimiento feminista.
No ha descartado la posibilidad de presentarse a las elecciones. «Mientras esté en este camino, y mi corazón arda por ello, podría llegar a ser candidata legislativa», dijo en mayo.
Como aproximadamente un tercio de los 200 millones de brasileños, Michelle, de 41 años, es cristiana evangélica. Los evangélicos fueron grandes partidarios de los valores familiares conservadores de Bolsonaro, y siguen desconfiando de Lula.
Por si fuera poco, dos hijos de Bolsonaro fruto de un matrimonio anterior podrían albergar también sus propias ambiciones presidenciales, aunque ninguno de los dos ha anunciado su candidatura.
El senador Flavio Bolsonaro, de 42 años, fue una pieza clave en la trastienda de Brasilia durante los cuatro años de gobierno de su padre, nombrando aliados en toda la burocracia federal. Pero sigue manchado por acusaciones de corrupción, que él ha negado, de su época como legislador del estado de Río.
El diputado Eduardo Bolsonaro, de 38 años, ha desempeñado el papel de emisario extranjero de la familia, apareciendo en ferias de armas y conferencias políticas conservadoras en Estados Unidos, donde se codeó con derechistas de alto perfil como Steve Bannon. Pero sigue siendo una figura polarizadora, con opiniones políticas marginales y un apoyo limitado.
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