Crisis inmobiliaria y financiera, comercio exterior a la baja, pobres cifras de crecimiento del PBI y altas tasas de desocupación obligarían a China a reducir sus ambiciones políticas, diplomáticas y económicas en los próximos años.
El fantasma de Lehman Brothers acecha a la economía china y alarma a los mercados mundiales. Una crisis como la de 2008 en los Estados Unidos está a la vuelta de la esquina y esto se palpa en las pésimas señales que llegan de Zhongrong International Trust, mega grupo que gestiona productos financieros en la República Popular.
De poseer activos por casi USD 110.000 millones, Zhongrong hoy sufre el síndrome de la frazada corta: si cumple con el pago de todos los intereses que debe honrar, se queda sin capital para mover el mercado. La falta de pago ya impacta en importantes empresas chinas, incluso algunas que cotizan en bolsa.
La señal de alarma se enciende con más fuerza en un país como China, donde ni gobernantes ni empresarios están acostumbrados a dar explicaciones. Falta de pago y silencio del deudor, peor combinación imposible.
Si faltaran más nubarrones en la tormenta que se avecina, el coloso inmobiliario Evergrande se acaba de declarar en quiebra. El certificado de defunción se firmó tras una agonía de varios años que tuvo su pico máximo entre 2021 y 2022 cuando las pérdidas alcanzaron los USD 81 mil millones.
En el rubro inmobiliario, el comienzo de nuevos proyectos bajó un 47,5% en julio de 2023 con relación al mismo mes de 2022. En la comparación del mismo período, la venta de viviendas descendió 33% y la inversión inmobiliaria un 12%.
Los posibles compradores de vivienda se fueron del mercado. Mucho más preocupantes, sin embargo, son los millones de personas que esperan, a menudo durante años, casas por las que ya han pagado. Solo se ha entregado el 60% de las viviendas que se vendieron en preventa entre 2013 y 2020.
No es suficiente el plan de rescate del gobierno en este escenario: el programa de préstamos de USD 29.000 millones alcanza solo para el 10% de lo que se necesita para completar todas las casas sin terminar del país. El comercio exterior, principal columna de la economía china, también está colapsando.
Las exportaciones cayeron un 14,5% interanual en julio, dibujando una curva que no para de descender desde octubre pasado y que coloca al país en guarismos casi de pandemia.
Por la misma senda van las importaciones, que descendieron un 12,4%, y muestran una baja constante en los últimos nueve meses.
En 1989 la brutal represión en la plaza Tiananmen dejó a los chinos despolitizados y con temor. A tal punto estaban anestesiados que no les llegó ni siquiera una pequeña ola del tsunami producido por las revueltas de la Primavera Árabe de 2011.
Se olvidaron de la democracia, dejaron el país en manos de la elite del Partido Comunista y confiaron en que recibirían al menos una cuota de libertad económica. Pero ahora parce que ni siquiera eso obtendrán.
Desde el inicio de la crisis sanitaria, y por la férrea política de Cero Covid el número de vuelos nacionales en China se redujo un 45% el traslado de mercancías por carretera un 33%, y el transporte urbano un 32%. El desempleo juvenil urbano alcanza picos del 20%, duplicando las cifras de 2018.
Los datos saltan a la vista, el crecimiento del trimestre abril junio de 2023 con relación a igual pedido de 2022 fue de solo el 0,8%.
En 2022 China reportó que su economía creció 3%. Si se exceptúa la cifra de 2020, año en el que rebajó al 2,2% su crecimiento debido al impacto inicial de la pandemia, el dato de 2022 resulta el más pobre desde finales de los años 70.
En marzo de 2022, Pekín puso como objetivo que el PBI trepara alrededor del 5,5% interanual, que ya hubiera sido el ritmo de avance más lento en décadas pero que los analistas calificaron de ambicioso dado el contexto.
No obstante, frente a la propagación de la contagiosa variante Ómicron, las autoridades insistieron en redoblar su política de Cero Covid con más restricciones y duros confinamientos que explican la pobre cifra final.
Para 2023, la meta es alcanzar un crecimiento del 5%, algo poco probable por lo que se está viendo. Aún si lo lograra, estaría muy lejos del 12% registrado en 2007. No en vano los inversores se muestran dubitativos a la hora de financiar a Pekín.
Bancos como Goldman Sachs, JP Morgan y UBS, que habían previsto un año récord para China, modificaron desde entonces a la baja sus previsiones y hoy se cuestionan el valor de invertir en el país.
En 2022, la población de China se redujo drásticamente, algo que sucedió por primera vez en 60 años. Se registraron un total de 9,56 millones de nacimientos, mientras que las defunciones ascendieron a 10,41 millones, según datos de la Oficina Nacional de Estadística.
Menos población y menos yuanes, dos razones que obligarían a China a reducir sus ambiciones políticas, diplomáticas y económicas en los próximos años.
Daron Acemoglu, uno de los diez economistas más citados del mundo y coautor, junto a James Robinson, del libro “Por qué fracasan los países”, asegura que China ya empezó a declinar y se está “pudriendo desde la cabeza”.
Es lógico entonces que el pueblo se anime y salga a las calles a enfrentar el duro aparato represor de Xi Jinping. Le coartaron la libertad, pero también le afectaron el bolsillo.
Más historias
La Policía de Brasil presentó cargos contra Jair Bolsonaro por el intento de golpe de Estado tras las elecciones de 2022
Rusia disparó por primera vez un misil intercontinental contra Ucrania
El Kremlin confirmó el primer ataque de Ucrania con misiles estadounidenses ATACMS contra territorio ruso