24 noviembre, 2024

La xilacina, un sedante chino para caballos, profundiza la crisis de consumo de drogas en Estados Unidos

La sustancia sintética conocida como la droga ¨Zombie¨suele consumirse en combinación con fentanilo y heroína, un cóctel mortal, ya que puede ralentizar la respiración y el ritmo cardíaco hasta niveles peligrosos.

Las autoridades sanitarias de Estados Unidos permanecen alerta por una nueva sustancia que se suma a la crisis de fentanilo: la xilacina, un anestésico chino utilizado por veterinarios. Se trata de un depresor del sistema nervioso central no opioide y no aprobado para el consumo humano.

La xilacina se utiliza para sedar caballos y otros animales con fines quirúrgicos y sus efectos en humanos son fáciles de detectar. Los usuarios experimentan un estado letárgico similar al trance y, a menudo, se desmayan. Su consumo puede ralentizar la respiración y el ritmo cardíaco de las personas hasta niveles peligrosos y causa escaras que se infectan y pueden provocar la amputación de las extremidades.

Los médicos permanecen perplejos por cómo la xilacina causa heridas tan extremas que inicialmente parecen quemaduras químicas. Es posible que ni siquiera aparezcan en los sitios de inyección, pero sí a menudo en las canillas y los antebrazos.

Sin embargo, aún no está claro si está provocando más muertes, como sugirieron los funcionarios en Washington. “No sabemos si la xilacina aumenta el riesgo de sobredosis o reduce el riesgo de sobredosis”, dijo el doctor Lewis Nelson de la Escuela de Medicina de Rutgers New Jersey, quien asesora a los reguladores federales sobre la seguridad de los medicamentos.

“Todo lo que sabemos es que hay muchas personas que toman xilacina y muchas de ellas se están muriendo, pero eso no significa que la xilacina lo esté haciendo”, aclaró Nelson. Si bien existe una amplia investigación sobre opioides, no hay casi ninguna sobre la xilacina en humanos.

El fentanilo y la xilacina, ambos sintéticos, se suelen consumir juntos, según la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA). La sustancia, conocida como “tranq”, “tranq dope” y “droga zombie”, usualmente se corta con heroína y fentanilo, y cada tipo de fármaco se une a diferentes receptores cerebrales. Algunos epidemiólogos teorizan que, durante la pandemia, las botellas de xilacina compradas en internet con recetas veterinarias se hicieron populares como un reemplazo fácil y económico de los opioides.

Según la revista científica Journal of Forensic and Legal Medicine, los efectos de la xilacina junto con heroína, fentanilo y cocaína son letales. Esto se debe a que las drogas que se utilizan para combatir una sobredosis de opioides no sirven para despertar a la persona que consumió xilacina, que permanece con bajos ritmos cardíaco y respiratorio.

Asimismo, cuando se contiene la abstinencia de opiáceos, continúa la fuerte abstinencia de xilacina. Las personas adictas siguen usando xilacina por miedo a la terrible abstinencia: migrañas, visión doble, náuseas, entumecimiento en los dedos de las manos y los pies, sudoración y ansiedad estremecedora.

El problema es grave en Estados Unidos. Un estudio publicado en junio detectó xilacina en el suministro de drogas en 36 estados. En la ciudad de Nueva York, se ha encontrado xilacina en el 25 por ciento de las muestras de drogas, aunque los funcionarios de salud aseguran que la saturación real es mayor.

Ya abrumados por el fentanilo, los funcionarios de salud pública, las clínicas y las organizaciones de bienestar social, están en las primeras etapas de descubrir cómo resistir al avance de esta sustancia. Por lo pronto, el objetivo es la reducción de daños, educando a quienes podrían estar expuestos, instándolos a no consumir solos.

Lamentablemente, una gran dificultad para las personas adictas al buscar ayuda es la vergüenza que sienten por sus heridas, a menudo infectadas. A esto se suma la desigualdad en el acceso a la Salud en Estados Unidos, un derecho que no está garantizado, al ser de gestión privada.

La historia de la xilacina

La xilacina se desarrolló en 1962 como anestésico para procedimientos veterinarios. Los ensayos en humanos se cancelaron porque el fármaco provocó depresión respiratoria y presión arterial baja.

Su uso como sustituto adictivo de la heroína probablemente comenzó en la década de 2000. En el 2011, un estudio observó que las personas en las zonas agrícolas de Puerto Rico se inyectaban anestesia de caballo y desarrollaban úlceras cutáneas graves.

En Kensington, un barrio de Filadelfia que tiene una importante población puertorriqueña, la droga se encontró en 2006. Pero no fue hasta alrededor de 2018 que el uso de tranquilizantes comenzó a escalar allí y luego en todo el noreste.

Según los datos más recientes, más del 90 por ciento de las muestras de drogas analizadas en laboratorios de Filadelfia dieron positivo para xilacina. Con el fin de la pandemia, el consumo de esta sustancia en esta ciudad de Pensilvania creció exponencialmente, junto al ya serio problema del fentanilo.

En febrero, las autoridades sanitarias estadounidenses lanzaron una «alerta de importación» para controlar mejor el aprovisionamiento de xilacina y asegurarse que se destine al uso veterinario. Entre 2020 y 2021, la detección de xilacina por parte de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos aumentó casi un 200% en el sur del país y más del 100% en el oeste.

En abril, Estados Unidos designó por primera vez a la xilacina como «amenaza emergente», con el fin de poder, entre otras cosas, liberar fondos solicitados por el presidente para el presupuesto del 2024 para luchar contra los estragos que está provocando en el país.

Por lo tanto, el gobierno estuvo obligado en este período a presentar un plan de acción al Congreso, que aborda varias áreas: más pruebas para detectar la droga y análisis para entender mejor de dónde viene, con el fin de luchar contra su creciente presencia en el mercado ilegal.