La líder conservadora estaba cercada por la falta de apoyo de sus propios legisladores y el desvarío en el rumbo económico. Fue la gestión de menor duración en la historia del país
La primera ministra británica Liz Truss anunció el jueves su dimisión apenas 45 días después de llegar al poder, después que sus políticas económicas hundieran los mercados y minaran su autoridad.
“Dada la situación, no puedo cumplir con el mandato para el cual fui elegida por el Partido Conservador”, declaró Truss frente a su residencia del número 10 de Downing Street
Con la renuncia de Truss, que se convirtió en el jefe del gobierno británico que menos tiempo pasó al mando del ejecutivo, el Partido Conservador se ve abocado a una nueva elección interna. Truss precisó que un nuevo proceso de votación será organizado de aquí al final de la próxima semana para elegir a su reemplazante.
Truss hizo el anuncio luego de sostener una reunión de último momento con Graham Brady, un legislador conservador de alto nivel que supervisa los desafíos de liderazgo. Brady tiene la tarea de evaluar si el primer ministro aún cuenta con el apoyo de los miembros conservadores del Parlamento.
Solo un día antes, la ex primera ministra había prometido permanecer en el poder y dijo que era “una luchadora y no alguien que abandona”.
Pero finalmente se resignó a dimitir el jueves, después de que se vio obligada a abandonar muchas de sus políticas económicas y mientras un número creciente de parlamentarios conservadores le pedían terminar con el caos.
La ira de los legisladores creció después de que la votación del miércoles por la noche sobre el fracking, la extracción del gas de esquisto, una práctica que Truss quería reanudar a pesar de la oposición de muchos conservadores, produjo escenas caóticas en el Parlamento.
Dado que los conservadores tenían una gran mayoría parlamentaria, un llamado de la oposición para prohibir el fracking fue derrotado fácilmente. Pero hubo muestras de ira en la Cámara de los Comunes, con los responsables de la disciplina del partido conservador acusados de usar tácticas de mano dura para conseguir los votos.
Chris Bryant, un legislador del opositor Partido Laborista, dijo que “vio a los miembros siendo maltratados físicamente… y siendo acosados”. Los funcionarios conservadores negaron que hubo maltrato.
Con las encuestas de opinión dando al Partido Laborista una ventaja grande y creciente, muchos conservadores creían que su única esperanza de evitar el olvido electoral era reemplazar a Truss.
Pero siguen divididos sobre quién debería reemplazarla.
El partido está ansioso por evitar otra contienda de liderazgo divisiva como la carrera de hace unos meses en la que Truss derrotó al ex jefe del Tesoro, Rishi Sunak. Entre los posibles reemplazos, si los legisladores conservadores pueden estar de acuerdo, se encuentran el propio Sunak, la líder de la Cámara de los Comunes, Penny Mordaunt, y el recién nombrado jefe del Tesoro, Jeremy Hunt.
No es necesario que se celebren elecciones nacionales hasta 2024. Sin embargo, tras la renuncia de Truss, el líder laborista Keir Starmer exigió elecciones generales inmediatas.
“Los conservadores no pueden responder a su último caos una vez más simplemente chasqueando los dedos y barajando a la gente en la cima sin el consentimiento del pueblo británico. Necesitamos elecciones generales, ahora”, dijo el líder de la oposición en un comunicado.
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