El exmandatario critica cada vez con más dureza a su «elegido», y también se suman cuestionamientos a la gestión de Arce de parte de otros dirigentes del Movimiento al Socialismo. La puja tiene de fondo a la candidatura en 2025.
Pugnas por cuotas de poder y por las eventuales candidaturas en 2025 han enfrentado en Bolivia al presidente Luis Arce y a su mentor, el exmandatario Evo Morales, en una situación de crisis en el oficialismo que en cierta medida semeja a la que tienen en la Argentina el presidente Alberto Fernández y también quien lo ungió como candidato, la vicepresidenta Cristina Kirchner.
Así en los últimos meses la gestión de Arce ha recibido críticas cada vez más ácidas de Morales, tal como ocurre con CFK y Fernández en Argentina, situación que también se replica en voces de dirigentes del Movimiento Al Socialismo (MAS), el sector de Evo Morales, que van endureciendo posturas para cuestionar acciones de Arce.
Lo cierto es que luego de una primera etapa en la que compartían fotos o actos de gobierno, Arce y Morales ya no aparecen juntos. «Es una relación vidriosa que se ha ido quebrando, no del todo, pero que ha empezado a generar distancias evidentes», dijo a la AFP Daniel Valverde, profesor de Ciencias Políticas en la estatal Universidad Mayor Gabriel René Moreno.
Por su parte, Carlos Cordero, docente de Ciencias Políticas en la estatal Universidad Mayor de San Andrés, consideró a su vez que en el último tiempo la relación entre Morales y su delfín, un economista de 58 años, «se ha ido tensionado, porque empezaron a notarse criterios diferentes».
También Carlos Borth, un exparlamentario y analista político, estimó que las relaciones en la cúpula del oficialismo «están mostrado aristas y tensiones».
Arce, que fue ministro de Finanzas de Morales, ganó las elecciones de octubre de 2020 con el 55% de los votos, gozando del apoyo decidido del expresidente. Previamente Morales le había bajado el pulgar al precandidato y ahora vicepresidente David Choquehuanca.
El MAS se reponía entonces del duro revés sufrido un año antes, cuando una convulsión social condujo a la dimisión de Morales, que aspiraba a gobernar hasta 2025, pero la oposición denunció que hizo fraude en las elecciones, alentando una revuelta de gran magnitud que terminó con el entonces mandatario renunciando y finalmente en la Argentina.
Las tres corrientes del oficialismo
En el gobierno boliviano han surgido divergencias públicas desde que Morales reclamó a fines de 2021 un cambio de ministros, exigencia a la que se sumaron otros dirigentes del MAS. Algo parecido a lo que ocurrió en la Argentina, cuando Cristina Kirchner denunció que había «funcionarios que no funcionan» y sumió en su primera gran crisis a la gestión de Alberto Fernández. En la Argentina se cambiaron algunos nombres, pero en Bolivia Arce ignoró los pedidos de Morales, sin alterar su gabinete.
La detención en febrero del exjefe antidrogas Maximiliano Dávila, fuertemente criticado por Estados Unidos, que ofreció hasta cinco millones de dólares por informaciones que permitieran su condena, suscitó una nueva polémica.
Morales insinuó entonces que la agencia antidrogas estadounidense, DEA, que él expulsó de Bolivia en 2008, estaría actuando nuevamente en el país y contando con algún tipo de cooperación gubernamental.
Evo Morales denunció «encubrimiento policial» del narcotráfico y sacudió al gobierno de Luis Arce
En abril pasado los sindicatos campesinos pro gubernamentales convocaron a Arce, Morales y Choquehuanca a un encuentro para limar asperezas. El único ausente en la reunión fue Morales, quien adujo que no recibió una invitación oficial. Esas y otras escaramuzas han sido públicas.
Aunque faltan más de tres años para los comicios, en el ambiente político se respira que tanto Morales como Arce aspiran a ser candidatos en 2025. Incluso se especula que podrían llegar a enfrentarse en las urnas, si no superan sus diferencias.
Una encuesta publicada en abril por el diario Página Siete señala que a la pregunta de quién debería ser candidato por el MAS, el 17,3% se pronunció por Morales, 15,7% por el presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, y 14% por Arce.
Empero, el líder del bloque oficialista en la Cámara de Diputados, Gualberto Arispe, dijo esta semana que Arce comunicó en una reunión interna que no tiene «ni una intención» de buscar la reelección. «En el fondo lo que ocurre entre Arce y Morales es que hay una disputa por el control de las decisiones del gobierno y también por espacios dentro del gobierno», apuntó Valverde. Para Borth, en el oficialismo existen «tres claras corrientes: la de Arce, la de Morales y la de Choquehuanca».
¿Al estilo de Ecuador?
Borth cree que en Bolivia puede darse un caso similar a la grave crisis vivida en Ecuador antes del triunfo de Guillermo Lasso, donde una vez elegido presidente, en 2017, Lenín Moreno rompió con su mentor Rafael Correa (2007-2017), de quien fue vicepresidente. Lo de Ecuador «de hecho se está repitiendo» en Bolivia con las particularidades de cada país, asegura el analista.
Valverde afirma que el caso ecuatoriano es particular, pues hubo un viraje ideológico de Moreno desde la izquierda a la derecha. Cordero ve a por su lado prematuro suponer qué puede suceder en los comicios de 2025, pues estima que los líderes del oficialismo «van a tratar de evitar esos errores y dividirse». Álvaro García Linera, ex vicepresidente de Morales, llamó en marzo a evitar «una fragmentación popular» en los próximos comicios.
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