Desde baladas pegadizas a temas rockeros, Paul McCartney confirma su plenitud creativa y su espíritu lúdico en su nuevo álbum realizado en soledad.
Paul McCartney lanzó este viernes “McCartney III”, un nuevo disco de estudio realizado en absoluta soledad durante el aislamiento social obligatorio derivado de la pandemia de coronavirus.
El álbum lanzado cierra una trilogía iniciada en 1970 con “McCartney” y continuada en 1980 con “McCartney II”, todos ellos relacionados por tratarse de registros en donde el ex integrante de The Beatles (de 78 años) ejecutó todos los instrumentos y se hizo cargo de la producción.
Cada disco dejó como saldo algunos pasajes memorables que marcaron la trayectoria del artista, como el caso de “Maybe I´m Amazed”, “Coming Up” y “Temporary Secretary”, por citar algunos casos.
“Long Tailed Winter Bird”, la pieza que abre el disco, muestra las cartas en tanto corte instrumental, apenas matizado con un coro de fondo, en donde un fraseo folk de guitarra antecede a diversos instrumentos que se van sumando para conformar una especie de obertura.
La interesante pieza es seguida de “Find My Way”, una melodía simple que pareciera rondar lo olvidable hasta que un fantástico puente de repente la convierte en una gran canción, con pasajes instrumentales de grandes resoluciones.
Las baladas acústicas, en muchos casos cantadas en tonos graves, que sitúan al exbeatle en la postura más cómoda, como el caso de “Pretty Boys” y “Woman and Wives”, suman bellas melodías, pero denotan cierta intrascendencia.
Diferente es el caso de “The Kiss of Venue”, montada sobre un fraseo al estilo de “Jenny Wren”, que se enaltece cuando hace su ingreso un mellotrón que la ubica en otra época.
Los chispazos rockeros de “Lavoratory Lil”, un divertido corte que invita a bailar y a imaginarlo en la voz del mismísimo Chuck Berry; y de “Slindin’”, con riffs propios del hard rock y guitarras pesadas que hubieran arrancado una sonrisa a John Lennon, ofrecen algunos de los momentos más brillantes del disco.
Lo mismo ocurre con “Deep Deep Feeling”, una pieza en la que se nota al músico dando vueltas y jugando con distintas instrumentaciones sobre una idea central.
Esto ni siquiera ocurre con “Deep Down”, que también apunta a jugar con distintos climas, pero sin tantos momentos rescatables para ofrecer.
Con “Seize The Day” es inevitable no pensar en una continuidad de “Queenie Eye”, por su tonada alegre, el regodeo previo que anuncia el coreable estribillo y la sensación de felicidad que transmite; aunque no tan bien resuelta como la composición que fue parte del disco “New”, de 2013.
El cierre con “Winter Bird/When Winter Comes” retoma el fraseo del tema que abre el disco para derivar en una bucólica tonada en la que el autor logra situarnos con maestría en el espacio físico rodeado de animales en el que registró el álbum.
En un año en donde la pandemia marcó un cambio de planes para todo el mundo, Paul eligió aprovechar el encierro para ser feliz y hacer felices a sus fans.
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