23 noviembre, 2024

A 44 años de la Noche de los Lápices, cuando los estudiantes desafiaron a la dictadura.

El 16 de septiembre de 1976 se inició un operativo para capturar a jóvenes de 16 y 18 años que se manifestaban por el boleto estudiantil secundario gratis. Fueron torturados en centros clandestinos. Solo cuatro fueron liberados, el resto aún están desaparecidos y componen la nómina de 232 adolescentes secuestrados durante la última dictadura.

La Noche de los Lápices es el nombre con el que se conoce a la madrugada del 16 de septiembre de 1976, cuando, en plena dictadura militar, un grupo de efectivos de la Policía bonaerense y del Ejército irrumpió en el Colegio Normal 3 de la Plata.

Durante el operativo, que estuvo comandado por Ramon Camps y Miguel Etchecolatz, secuestraron a varios alumnos que reclamaban la implementación del boleto estudiantil secundario.

La mayoría de ellos integraba la Union de Estudiantes Secundarios (UES), una agrupación estudiantil de filiación peronista.

En tanto que el 17, los represores apresaron a Emilce Moler y Patricia Miranda, que estudiaban en el Colegio de Bellas Artes de La Plata.

Cuatro días después caía Pablo Díaz, quien formaba parte de las Juventud Guevarista, un grupo vinculado al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).

Todos fueron conducidos al centro clandestino de detención conocido como Arana, dode se los torturó durante semanas, luego se los trasladó al Pozo de Banfield, otro centro clandestino.

Moler y Díaz recuperaron la libertad tras permanecer varias semanas cautivos ilegalmente en ese centro de detención ubicado en el partido de Lomas de Zamora.

Miranda también salió con vida de Arana, fue trasladada al Pozo de Quilmes y finalmente quedó alojada en la cárcel de Villa Devoto, a disposición del Poder Ejecutivo de facto hasta marzo de 1978.

Gustavo Calotti, que había terminado el secundario un año antes, fue secuestrado el 8 de septiembre, y es un sobreviviente de esta serie de hechos de terrorismo de Estado, ya que padeció la tortura junto al resto de los jóvenes apresados ilegalmente.

El resto de estos estudiantes secundarios permenecen aún desaparecidos y componen la nómina de 232 adolecentes secuestrados durante la última dictadura.

En 1985, Díaz testificó en el Juicio a la Juntas, donde dio cuenta de sus padecimientos, y en base a sus vivencias los periodistas María Seoane y Héctor Ruíz Núñez escribieron el libro «La Noche de los Lápices», publicado ese año.

El libro dio origen a una película, que se estrenó en 1987 y se convirtió en un éxito de taquilla, en el mismo momento en el que el Congreso sancionaba la Ley de Obediencia Debida como consecuencia de la rebelión carapintada que el teniente coronel Aldo Rico lideró contra el Gobierno de Raúl Alfonsín.

Esa ley impidió en los años ’80 que el comisario Miguel Etchecolatz, autor material de estos secuestros y desapariciones, enfrentara la acción de la Justicia.

Tras derogarse en 2003 la leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y los indultos dictados por el expresidente Carlos Saul Menem, se iniciaron los juicios de lesa humanidad y Etchecolatz recibió sentencias por varios crímenes.

Al expolicía se lo halló culpable junto a otros 15 represores en el juicio por los delitos cometidos en el Circuito Camps, un proceso en el que se investigó el caso de la Noche de los Lápices, además de otros crímenes perpetrados en los centros clandestinos de detención de La Plata y zonas cercanas.

Pese al trabajo del Equipo de Antropología Forense ( EAAF), los cuerpos de las victimas aún no pudieron ser identificados.