El documento hallado en una productora y presentado por la Fiscalía revela el plan completo de una serie sobre el juicio por la muerte de Maradona. La protagonista: la jueza que debía impartir justicia. El caso ya es una muestra incómoda del estado de la Justicia argentina.

A medida que se desgranan los capítulos del juicio por la muerte de Diego Maradona, lo que se juzga ya no es solo la eventual responsabilidad de los médicos imputados. La exposición pública del documental Justicia Divina —centrado en la figura de la jueza Julieta Makintach y grabado en paralelo al juicio que ella misma presidía— ha desatado una crisis institucional inédita.
El guion completo de la serie, incautado durante un allanamiento judicial y ahora revelado en detalle, demuestra que el proyecto audiovisual no era un simple retrato profesional. Se trataba de una estructura narrativa completa, de seis episodios de 30 minutos cada uno, con voz en off, archivos emocionales, paralelismos históricos, escenas guionadas, locaciones seleccionadas y una protagonista central: la propia jueza.
En otras palabras, la magistrada que debía arbitrar la búsqueda de la verdad en una de las causas más delicadas y mediáticas del país, era simultáneamente el eje de una ficción documental escrita, filmada y producida mientras el proceso judicial aún estaba en curso.
Una ficción en tiempo real: cuando la Justicia se transforma en puesta en escena
En el primer capítulo, titulado “La justicia y los lugares”, el guion comienza con imágenes de la vida cotidiana de Makintach. Se la describe maquillándose, eligiendo su ropa, desayunando con apuro, antes de emprender el camino hacia los tribunales. El tono, más cercano a una serie de streaming que a un documental institucional, la sitúa como figura principal y testigo sensible del drama que está a punto de desarrollarse. La voz en off sugiere un destino inevitable: “Podría haber caído en otro juzgado. Pero cayó acá. En San Isidro”.
A partir de ahí, el guion intercala escenas del juicio real con locaciones icónicas de la vida de Maradona —Fiorito, Nápoles, Boston, Barcelona, Tigre— y construye un relato donde cada lugar se convierte en símbolo, cada imagen en alegoría, y cada declaración judicial en parte de una narración mayor. Todo esto mientras el juicio estaba en marcha, con los imputados sentados en el banquillo y con los familiares del Diez esperando justicia.
El hecho de que este material haya sido producido en simultáneo con el juicio, con acceso a oficinas, pasillos y salas de audiencia, revela una fragilidad alarmante en los controles internos del Poder Judicial. Makintach negó haber autorizado las grabaciones y se defendió asegurando que se trató de una entrevista personal realizada por una amiga. Sin embargo, el guion demuestra otra cosa: hay una planificación minuciosa, una selección estética, una narrativa definida, y sobre todo, un foco continuo sobre su figura.
El documento no solo guiona escenas dentro de tribunales, sino también fuera de ellos: entrevistas en cafés, recuerdos de la infancia, testimonios personales, incluso un pasaje sobre un atentado sufrido por su familia durante su niñez, presentado como el origen vocacional de su carrera judicial. Cada una de estas escenas estaba pensada para ser filmada y montada dentro de un relato de seis capítulos. El resultado: una jueza transformada en personaje, en plena acción judicial.
¿Una ficción sobre la verdad o una verdad ficcionalizada?
El guion de Justicia Divina no deja espacio para la ambigüedad. Los imputados tienen nombres, los abogados aparecen como figuras mediáticas, y los familiares de Maradona son parte del montaje. Se detallan incluso momentos de alto impacto emocional, como la exhibición del cuerpo hinchado de Maradona, las lágrimas de sus hijas, los audios burlones de los imputados, la maqueta de la casa en Tigre. Todo encaja en una puesta en escena cuidadosamente construida.
Si bien el documental nunca se emitió, las imágenes comenzaron a circular esta semana. Gianinna Maradona lloró en la audiencia al verlas. El fiscal Patricio Ferrari fue terminante: “Makintach actuó como actriz, no como jueza”. Lo que estaba en juego ya no era solo la legalidad del juicio, sino la credibilidad de la Justicia argentina ante los ojos de la sociedad.
Con la jueza apartada, el juicio suspendido y los pedidos de jury en marcha, la trama de Justicia Divina quedó detenida. Pero lo que reveló el guion es mucho más que un producto audiovisual inadecuado. Es un síntoma de una Justicia atrapada en la lógica del espectáculo, donde los expedientes conviven con los reflectores y la búsqueda de la verdad se disuelve entre cámaras y declaraciones públicas.
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