Por la falta de envases y los problemas de logísticas los principales clientes buscan mayor previsibilidad y estabilidad. En 2021, se estima que se alcanzará los u$s 840 millones en ventas en despachos al exterior
Mientras el 2021 finaliza con récord histórico en exportaciones de vino, desde el sector advierten que el faltante de botellas empieza a repercutir en el mercado y temen que Chile gane terreno en la región.
En noviembre, la venta de vino fraccionado trepó un 21% interanual en volumen, a 200.336 hectolitros, y un 25,2% en dinero, a u$s 75,33 millones, según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV).
Así, en lo que va del año, hasta noviembre, los despachos al exterior de vinos fraccionados, en su gran mayoría en botella, acumulan una suba de 8,6% en volumen, a 2,03 millones de hectolitros, y de 16,1% en divisas, a u$s 756,06 millones, según el INV.
Con los datos de los primeros 11 meses del año, en el sector estiman, que sólo en fraccionados, las ventas podrían sumar entre u$s 830 millones y u$s 840 millones y, así, superarían el récord de u$s 787 millones de 2012.
Pero, el pronóstico para el 2022 no parece tan alentador. Es que el faltante de botellas repercute en las nuevas negociaciones de cara al próximo año. «Nuestros principales compradores conocen los problemas que hay en cuanto al envasado y eso repercute a la hora de cerrar operaciones», explican de una importante bodega.
En 2012, año máximo en la historia, con los envíos a granel, los despachos habían sumado u$s 922,5 millones, según datos del Observatorio Vitivinícola Argentino.
«Nuestros principales clientes son Estados Unidos, Reino Unido y Canadá. A la Argentina le cuesta cumplir los compromisos y estos clientes quieren previsibilidad. Hoy, con los problemas que hay con la falta de botellas muchos empiezan a mirar otros mercados como el de Chile», agregan.
LA FALTA DE BOTELLAS
La falta de botellas ya se venía registrando desde comienzo de año como consecuencia del boom de demanda, un fenómeno mundial, que afectó a la industria vitivinícola.
Según el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), en 2020 se consumieron cerca de 940 millones de litros, un número que no se obtenía desde 2016. El vino en botellón de 1 a 1,5 litros tuvo un alza del 37 %, comparado a los niveles del 2019. Mientras que la damajuana incrementó su venta en un 15 por ciento.
Pero las cristalerías no llegaban a dar abasto con el desarrollo que experimentó durante 2020 el mercado.
La situación empeoró en septiembre cuando una explosión en uno de los hornos de la fábrica de vidrio Verallia, en Mendoza, principal proveedora de botellas de vino que aporta casi la mitad de las botellas del mercado, agravó el panorama.
Si bien, la cristalería nacional Cattorini Hermanos, que aportaba casi la otra mitad de la demanda local, sumó un horno adicional recientemente para ampliar la fabricación de botellas, la falta afecta a todas las bodegas, desde las grandes hasta las chicas.
«No sabemos cuánto tiempo tardarán en arreglar las máquinas y volver a producir las cantidades necesarias para el mercado local. Hoy están trabajando a un 40%. Estimamos que recién en junio del año que viene el problema estará solucionado», resaltaron desde Bodegas Argentinas.
IMPORTAR BOTELLAS
«Ante la situación delicada que estamos pasando tememos que muchos de nuestros compradores se vuelquen hacia otros mercados y Chile es nuestro principal competidor porque, además, por los tratados de libre comercio, sus precios son más baratos que en la Argentina», finalizan.
Hoy las empresas del sector están importando botellas, pero a precios muy por encima de lo que ofrece el mercado local.
«Por ejemplo, estamos comprando botellas en Bolivia a un precio de u$s 0,30, ese valor acá es de u$s 0,17, es decir casi el doble. Eso se va a reflejar en los precios finales. Nuestra intención es no trasladarlo al consumidor final», dan números.
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