El principal acusado del crimen aseguró ante el fiscal que fue el responsable de haber asesinado al empresario que apareció descuartizado. Dijo que lo vio «desencajado con una pistola en la mano».

Maximiliano Pilepich, uno de los siete detenidos por el crimen de Fernando Pérez Algaba, el empresario hallado descuartizado dentro de una valija en un arroyo de la localidad bonaerense de Ingeniero Budge, responsabilizó a su amigo Nahuel Vargas de haber sido el autor material del asesinato y reconoció que el episodio ocurrió en el emprendimiento inmobiliario “Renacer” de General Rodríguez.
En su primera declaración ante el fiscal Marcelo Domínguez, Pilepich aseguró que el 18 de julio pasado, cuando se hallaban en una de las oficinas de Renacer observó a Vargas “desencajado con una pistola en la mano” y que le dijo “este hijo de puta no daba para más”, en referencia a “Lechuga” Pérez Algaba, a quien vio tirado en el piso ya fallecido.
El abogado defensor de Pilepich, Enrique Tronceda, había solicitado que su asistido declarara el pasado 5 de septiembre, aunque la diligencia se suspendió por cuestiones de salud. «Se suspendió, dijo que estaba enfermo. Es una persona con diabetes», dijo ese día a Télam una fuente de la investigación.
El ex socio del empresario asesinado fue detenido el pasado 16 de agosto en una vivienda en la localidad de Paso del Rey, en Moreno, y se había negado a declarar ante el fiscal.
Pilepich está acusado del delito de «homicidio cuádruplemente agravado por el uso de arma, alevosía, codicia y el concurso premeditado de dos o más personas», el cual prevé la pena de prisión perpetua.
En su indagatoria, Nahuel Vargas, otro de los ocho detenidos en la causa, señaló a Pilepich como quien le disparó a «Lechuga» dos tiros por la espalda mientras cambiaba unas «lamparitas» en una de las oficinas que habían sido montadas en el establecimiento inmobiliario «Renacer», de General Rodríguez, y que esa construcción fue demolida tras el crimen para «tapar» el hecho.
La autopsia determinó que el empresario recibió dos balazos por la espalda y que el descuartizamiento se concretó cuando el hombre ya estaba fallecido.
Además, afirmó que, tras el crimen, el autor de los disparos le dijo: «Ya está, no aguantaba más, hay límites», en referencia a las exigencias de una deuda por parte de Pérez Algaba de unos 150.000 dólares y que lo extorsionaba.
Por su parte, Luis Alberto Contrera, también imputado y detenido en la causa, sostuvo en su indagatoria que la madrugada del 19 de julio pasado Pilepich y Vargas llegaron en un auto Volkswagen Polo y un Ford Ka a su casa de Ingeniero Budge con el cadáver ya descuartizado y embolsado de la víctima y le ofrecieron dinero para que se deshiciera del mismo.
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