Antes de que se conozca el índice de precios de 2022 y luego de la suba de la divisa paralela, se encienden las alarmas en los pasillos de la Casa Rosada. “Entramos en un laberinto del que cuesta mucho salir”, reconocen fuentes oficiales.
Antes de que se conozca el índice de inflación de diciembre y la medición correspondiente a 2022, el ministro de Economía adelantó que, según los cálculos de su cartera, la cifra “empieza con 4″, aunque las consultoras privadas que reportan al Banco Central (BCRA) estimaron un 5,5%.
Sin embargo, el fantasma económico que asusta al gobierno de Alberto Fernández por estos días no es la variación de precios, sino el dólar blue, que este miércoles cerró en $359 y marcó un nuevo máximo histórico.
“Se fue al carajo” (sic), se sinceró un ministro del gabinete nacional que pidió reserva de su nombre.
Emisión monetaria, la variable clave que estudia el Gobierno
¿Por qué es tan importante la cotización del dólar paralelo para un gobierno que públicamente lo subestima? Para responder esta pregunta es preciso que acordemos una definición básica acerca del fenómeno de la inflación. Se trata de un problema multicausal en el cual la emisión monetaria es -claramente- la variable central. Pensémoslo de manera simple.
Cuando un gobierno (actor con la potestad de imprimir) emite dinero, inmediatamente aumenta la cantidad de pesos dando vueltas por el sistema. Al haber más billetes con una misma cantidad de bienes y servicios, merma la capacidad de compra de cada billete.
Otro factor es la “velocidad de circulación del dinero”. Cuando la gente se desprende más rápido del dinero que tiene entre sus manos, la demanda presiona sobre la oferta, la oferta se robustece y los precios suben.
Tercer factor: la expectativa. Es la faz psicológica del fenómeno inflacionario, claramente, consecuencia de cuestiones estructurales. La expectativa es mala cuando la gente tiene miedo del futuro, cuando siente inestabilidad, etc. La mala expectativa es congruente con la suba de precios, en tanto actitud de resguardo, de autoprotección. “Aumento por las dudas; no vaya a ser que después la ligue yo”. Parece una conducta rudimentaria. Y la es. Pero, ¿acaso la economía no se basa en cuestiones rudimentarias?
El Gobierno sabe perfectamente que, de las tres variables citadas anteriormente, la emisión es la más grave. “La peor variable en un año electoral. ¿Cómo bajamos la emisión cuando tenemos que salir a buscar votos? Con una crisis como la que tenemos el gasto público es la única carta que te queda para jugar”, reconoce un funcionario de peso de la Casa Rosada.
Así, el Gobierno queda a merced de dos factores, cuyo control no está plenamente en sus manos. Para peor, se retroalimentan uno con el otro.
La velocidad de circulación del dinero se explica por varias líneas. Primero, por la falta de confianza en el peso argentino: la gente se desprende de una moneda que no sirve como reserva de valor, pues se devalúa en términos reales. Peso que tengo, peso que gasto. No sirve conservarlo. Segundo, por la falta de instrumentos de ahorro en pesos cuya tasa de rendimiento le empate a la suba de precios. Otra vez: peso que tengo, peso que gasto. Tercero, por algo que los especialistas atribuyen a la pandemia: la necesidad de vivir aquí y ahora. Una vez más: peso que tengo, peso que gasto. Así, el dinero se mueve rápido, la demanda presiona fuerte sobre la oferta y conclusión: aumentan los precios.
¿Qué puede hacer el Gobierno con esto? ¿Generar confianza en el peso? ¿Diseñar instrumentos financieros en pesos para capitalizar ahorro en moneda local? De verdad: ¿Puede?
La expectativa y el dólar blue
Un país con restricciones a la compra de divisa (oficial), sin instrumentos rentables de ahorro en moneda local, etc., es un país que empuja al mercado del dólar paralelo. Ahora bien: ¿qué ocurre cuando el blue se convierte en única herramienta de protección del ahorro personal, o como único camino a la adquisición de bienes importados necesarios para la producción de bienes y servicios locales? Lo que ocurre es que la demanda de dólares en el mercado paralelo presiona a la oferta de divisas. Mucha gente comprando pocos dólares. Pocos dólares cotizados en alza.
Lo que intentamos describir es que cuando la incertidumbre es grande, la necesidad de autoprotegerse aumenta. Pura humanidad. El Gobierno lo sabe. “Entramos en un laberinto del que cuesta mucho salir. Porque para salir necesitamos que la gente confíe en nosotros. Ahí aparece el kirchnerismo presionando a Alberto con temas que no le importan a nadie y que lo único que generan es que los argentinos sientan que los que gobernamos vivimos una realidad paralela. ¿Y sabés qué? Tienen razón. Así perdemos la confianza necesaria para frenar bolas de nieve, como -por ejemplo- la del dólar blue”, admite un importante integrante del gobierno nacional.
¿Cómo volvemos al tema de la inflación? En un país cuyos bienes y servicios tienen alto porcentaje de composición importada… En un país con acceso restringido al dólar oficial… En un país con bajo nivel de expectativa de corto plazo… En ese país, donde el dólar blue es necesario para comprar insumos para producir… En ese país es lógico que, si el dólar blue sube, con él suban los precios.
No es fácil para el Gobierno. Cualquier encuesta de opinión pública mínimamente seria expresa con claridad que el tema “precios” constituye la principal preocupación popular. Ergo: saben que, si no resuelven el tema, “estamos fritos”, dice una fuente de gobierno. “El problema es que la inflación se parece a un paciente grave 100% politraumatizado. No sabés por dónde empezar a curarlo”, remata.
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