El candidato oficialista le sacó ventaja a Milei y definirá con él la segunda vuelta. Bullrich, la gran decepción. Adónde irán los votantes de JxC.
El resultado tomó por sorpresa hasta al propio Gobierno. Con el 96 de las mesas escrutadas, el candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, se imponía con el 36,56 por ciento de los votos contra Javier Milei, quien en la previa aparecía como el gran favorito, pero quedó estancado en 30,05 puntos, apenas uno más que los que obtuvo en las PASO. Tercera, y ya fuera de carrera para el ballotage de noviembre, quedó Patricia Bullrich con el 23,85 por ciento, en lo que podría considerarse casi un certificado de defunción para Juntos por el Cambio, el partido fundado por Mauricio Macri. A su vez, el peronista cordobés Juan Schiaretti figuró cuarto con 6,83 puntos y Myriam Bregman, del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, obtuvo 2,69.
En el búnker de Massa todo era euforia. En su discurso, el tigrense convocó a un gobierno de unidad nacional para diferenciarse del confrontativo discurso de Milei. Pidió por el voto de los radicales, de “Myriam” y de “Juan” -por Bregman y Schiaretti- y también buscó pescar en el electorado de Bullrich apelando al discurso de la seguridad. “La grieta se murió y empieza una nueva etapa”, dijo. Cree que la ventaja de seis puntos que sacó es importante de cara a la segunda vuelta.
Ninguna encuesta -salvo la de AtlasIntel, publicada por CNN- pudo anticipar la inesperada remontada del ministro de Economía, quien cerró su campaña peleando contra la disparada del dólar paralelo, que hace días perforó los 1000 pesos, pero finalmente pudo ser contenido al filo de la elección. Massa recordaba el consejo de Néstor Kirchner, quien decía que se puede ganar en las urnas con inflación, también con escándalos de corrupción, pero nunca con el dólar subiendo. En paralelo, también pareció surtir efecto el llamado “plan platita” de repartir fondos entre trabajadores, jubilados y beneficiarios de planes sociales. Pero lo que primó para que ganara Massa fue, según el análisis de sus estrategas, el miedo a Milei.
Lo del candidato de La Libertad Avanza es llamativo. De ser la sorpresa de las primarias pasó a un inesperado segundo lugar en las elecciones generales. La centralidad que tuvo en las últimas semanas expuso su agenda políticamente incorrecta -defensa de la dictadura militar, aval al tráfico de órganos, portación de armas o fin de la educación pública como hoy se la conoce, entre otros temas- y parece haber paralizado su ascenso. Está por verse, de todos modos, cómo jugarán los votantes de Juntos en el ballotage. En el equipo de Milei explican que ese electorado difícilmente elija a Massa. Los duros cruces del libertario con Bullrich, a la que acusó de “montonera tirabombas”, quedarán archivados. En ese sentido, señalan una definición de ella en la noche de la derrota: “El país debe abandonar el populismo si quiere crecer”. Además, el operativo seducción con Mauricio Macri, a quien Milei pretende nombrar como un “súper embajador” en su eventual gobierno, también puede servir de anzuelo. ¿El ex presidente cambia de bando?
En su discurso, Milei enfatizó que “dos tercios de los argentinos votaron por un cambio”, felicitó a los ganadores de Juntos por el Cambio y propuso hacer “tábula rasa y barajar de nuevo”. Va por esos votantes.
Bullrich resulta el mayor fiasco de estas elecciones. Pese a haberle ganado la interna a Horacio Rodríguez Larreta en agosto, jamás pudo hacer pie ante la aparición de Milei, quien la definió como su “segunda marca”. La salvaje pelea con Larreta hizo que los votos del él no se trasladasen en forma automáticamente a ella, algo que la tardía incorporación del alcalde porteño como posible jefe de Gabinete de Bullrich no logró revertir. El ninguneo de Macri y sus coqueteos con Milei terminaron de dinamitar la campaña de Juntos, cuya supervivencia como fuerza política ahora queda en duda. Entre los pases de factura que aparecen tras la derrota sobresale el veto a la incorporación de Schiaretti al espacio: Larreta lo propuso, Macri y Bullrich no lo quisieron y el cordobés sacó 7 puntos que son los que le faltaron a JxC.
En la provincia de Buenos Aires, bastión electoral del oficialismo, el gobernador Axel Kicillof consiguió la reelección con el amplío 44,82 por ciento contra 26,68 del candidato de Juntos, Néstor Grindetti, de Juntos, y 24,60 de la postulante de Milei, Carolina Píparo. El dato de que el escándalo del yate de Insaurralde -ex jefe de Gabinete de la gobernación- no haya repercutido en el resultado fue festejado en el búnker de Unión por la Patria. Había temor antes de la elección por las posibles consecuencias de ese affaire, sobre el cual se montó Patricia Bullrich en el cierre de su campaña en Lomas de Zamora, el municipio del turista de Marbella. Con el triunfo de Kicillof, ahijado político de Cristina Kirchner, la Provincia se convierte en el plan B del kirchnerismo si Massa no logra ganar en el ballotage. Ahí se refugiarán la ex presidenta y los suyos si Milei llega al poder.
En territorio porteño, Jorge Macri se impuso sin problemas y le dio la única alegría de la jornada a JxC. El primo del ex presidente obtuvo 49,54 por ciento de los votos contra 32,21 del oficialista Leandro Santoro y solo 13,94 de Ramiro Marra, acaso el candidato más flojo de La Libertad Avanza. Sin embargo, a Macri no le alcanzó para evitar la segunda vuelta -para eso necesitaba 50 puntos- aunque asoma como el favorito para el 19 de noviembre. Su primo Mauricio, que lo empujó en su salto a la Ciudad, sigue conservando una cuota de poder en ese territorio.
Por último, hay que consignar una estadística que preocupa: a 40 años de haber recuperado la democracia, esta vez sólo votó el 77 por ciento del padrón, un número incluso inferior al 80 por ciento de las presidenciales del 2019. Como si los ciudadanos no comprendieran la importancia de lo que está en juego. Además, es en ese clima de rechazo a la política que irrumpe, no por casualidad, un candidato antisistema con chances de convertirse en Presidente. Para el ballotage del 19 de noviembre faltan cuatro semanas, una eternidad en la Argentina. Todo puede pasar.
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