Las mujeres mejoraron más que los hombres, pero todavía está lejos de valores óptimos.
La presencia en exceso de colesterol «No HDL» contribuye a la formación de placas en las paredes de las arterias, que pueden derivar en infartos cardíacos o ataques cerebrovasculares, por eso se lo conoce como «malo». Según un estudio internacional que analizó las tendencias registradas en los últimos 40 años, Argentina es uno de los países de Latinoamérica que más redujo sus niveles, sobre todo en mujeres, pero todavía está lejos de los valores óptimos.
El estudio liderado por el Imperial College de Londres se basó en la revisión de 1.127 estudios de base poblacional, que analizaron los valores de colesterol en un total de 102,6 millones de personas de 200 países. A partir de eso, los autores, integrantes de la NCD Risk Factor Collaboration (NCD-RisC), estimaron la tendencia en los valores de colesterol desde 1980 a 2018. Los resultados fueron publicados en la revista Nature.
La principal conclusión a la que arribaron los investigadores es que en el período estudiado, el epicentro global de los países con nivel más alto de colesterol no HDL -que es un marcador de riesgo cardiovascular- se trasladó de países de Europa occidental (como Bélgica, Finlandia, Groenlandia, Islandia, Noruega, Suecia, Suiza y Malta) a los de Asia y el Pacífico (como Tokelau, Malasia, Filipinas y Tailandia). América Latina y el Caribe se ubican en una posición intermedia. En 2017, según estimaron, el colesterol alto no HDL fue responsable de aproximadamente 3,9 millones de muertes en todo el mundo; la mitad ocurrieron Asia.
El colesterol No HDL incluye al LDL (lipoproteínas de baja densidad, que transportan el colesterol por la sangre al interior de las células) y al VLDL (que transporta triglicéridos a los tejidos). Su principal fuente externa son los alimentos ricos en grasas animales o trans, aunque también lo fabrica el propio organismo.
En el período estudiado, los valores promedio de colesterol no-HDL en hombres de Argentina bajaron un 10,5% (de 152 a 136 mg/dL), mientras que en mujeres la reducción fue del 15,4% (de 149% a 126 md/dL). Así, en América Latina y el Caribe, el país fue el tercero con un mayor descenso en hombres (detrás de Bermudas y Venezuela) y el segundo en mujeres (después de Bermudas). En el ranking global, Argentina se ubicó en el puesto 50 entre los que más bajaron sus niveles de colesterol malo.
«En general, la adherencia a los controles de salud y a los tratamientos indicados, tanto farmacológicos como no farmacológicos (como actividad física y dieta), es mayor en la mujer que en el hombre, esta realidad podría explicar la mayor mejoría general en la mujer que en los hombres», dijo Pablo Gulayín, médico especialista en cardiología y uno de los investigadores del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) que participaron en el estudio.
Sin embargo, todavía queda mucho margen para mejorar, sostienen desde el Centro de Excelencia en Salud Cardiovascular para América del Sur del IECS. «A nivel global, aunque los hombres y las mujeres subieron respectivamente 21 y 59 posiciones en el ranking global «saludable» de colesterol no-HDL (a mejor posición, menos concentración), todavía hay muchos países que tienen niveles más bajos de ese indicador bioquímico y por ende están en una mejor situación. En hombres, Argentina se ubica en el puesto 133 (154 en 1980) y, en mujeres, en el 83 (142 en 1980). Por otra parte, aunque los niveles promedio del colesterol ‘bueno’ o HDL crecieron entre 1980 y 2018 (37 a 40 mg/dL en hombres y 42 a 49 mg/dL en mujeres), todavía siguen siendo valores inferiores a lo óptimo», precisan.
Desde el IECS atribuyen el descenso experimentado a modificaciones en la composición de alimentos, en especial, la reducción de las grasas trans; y a una mayor indicación de estatinas. En el estudio también trabajaron investigadores del CEMIC, el Hospital Italiano y la ex Secretaría de Salud.
Argentina fue uno de los países pioneros en la eliminación de grasas trans, a fines de 2014. En 2015, un trabajo de departamento de Investigación en Enfermedades Crónicas del IECS estimó, a través de modelos matemáticos, que el potencial impacto de la ley de eliminación de grasas trans en los alimentos llevaría a cambios en el perfil lipídico de las personas que evitarían anualmente aproximadamente 300 muertes y 1000 casos de enfermedad coronaria severa.
¿La baja en el colesterol no HDL viene siempre acompañada de una suba del HDL («bueno»)? Vilma Irazola, directora del Departamento de Investigación en Enfermedades Crónicas del IECS y subdirectora de la Maestría en Efectividad Clínica de la Facultad de Medicina de la UBA, responde que esos cambios no siempre se relacionan de este modo. «Pueden existir cambios en el colesterol no-HDL sin cambios significativos con el colesterol HDL. La dirección y magnitud de los cambios de uno y otro se relacionan con diferentes factores que afectan de distinto modo el colesterol ‘malo’ y ‘bueno’», explica.
Según Gulayín, «vamos por el buen camino, pero no hay que relajarse», ya que en nuestra población la enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte. «A nivel poblacional debemos seguir trabajando en políticas públicas de gran impacto como la reducción del sodio y la eliminación de grasas trans de los alimentos. A nivel individual es fundamental fomentar los controles periódicos de salud así como lograr la mayor articulación de todos los miembros del equipo sanitario para fomentar la mayor adherencia posible a las recomendaciones preventivas, entendida no solamente como la toma adecuada de la medicación, sino como un cambio de comportamiento».
En cuanto a la modificación de hábitos, Irazola subrayó la importancia de «llevar una alimentación saludable, rica en vegetales, frutas y cereales integrales, realizar actividad física la mayoría de los días de la semana, mantener un peso saludable y dejar de fumar«.
En cuanto a ese margen para la mejora, según Fernando Botto, cardiólogo del Centro de Hipertensión y Envejecimiento Arterial del Hospital Austral, que no participó del estudio, apuntó que en el país hay «subutilización y subdosificación» de las estatinas -medicamentos utilizados para reducir el colesterol y los triglicéridos- muy vinculada a la «inercia terapéutica». ¿Qué quiere decir? Que no se indican en todos los casos que las requerirían, o bien que se las prescriben en dosis inferiores a las necesarias («hay mucha dosificación no basada en la evidencia científica»).
Botto afirmó que hay suficiente evidencia que respalda su indicación en prevención primaria (antes de un evento cardiovascular) y en la reducción del riesgo de infarto en prevención secundaria, por lo que la comunidad médica debería adherir más a las guías nacionales.
En cuanto a las medidas no farmacológicas, sostuvo que desde 20 años hay una conciencia creciente sobre el impacto positivo del estilo de vida saludable (buena alimentación y ejercicio regular) en el control del colesterol «malo». Sin embargo, señaló que es importante que se avance con medidas regulatorias, como el etiquetado frontal de alimentos, entre otras.
En Argentina, más de 6 de cada 10 adultos tienen exceso de peso y son sedentarios: ambos factores favorecen el exceso de colesterol No HDL.
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