24 julio, 2025

La pandemia aceleró el envejecimiento cerebral incluso en personas no infectadas, según un estudio

La exposición prolongada al aislamiento, la incertidumbre y el estrés impactó en la velocidad del deterioro neurológico. Los efectos fueron más marcados en varones, adultos mayores y personas de entornos más desfavorecidos

Aunque el impacto de la pandemia de COVID-19 en la salud cerebral es ampliamente reconocido, sus efectos específicos han sido poco estudiados. Para explorar esta relación, un equipo de expertos de la Universidad de Nottingham analizó datos de neuroimagen longitudinal del Biobanco del Reino Unido, un programa de monitoreo biomédico a largo plazo.

El estudio, publicado en Nature Communications, reveló que los cerebros de las personas envejecieron más rápido durante la pandemia, incluso entre quienes no se infectaron con SARS-CoV-2.

Esta es la principal conclusión de un trabajo realizado con casi mil personas, que reveló que quienes atravesaron la pandemia de COVID-19 presentaron indicios de un envejecimiento cerebral acelerado en comparación con aquellas que se habían sometido a escáneres antes de la crisis sanitaria. Los cambios fueron más pronunciados en adultos mayores, varones y personas provenientes de contextos socioeconómicos desfavorables.

“Este estudio nos recuerda que la salud cerebral se ve afectada no solo por la enfermedad, sino también por nuestro entorno cotidiano”, afirmó Dorothee Auer, profesora de Neuroimagen y autora principal del estudio.

“La pandemia afectó gravemente la vida de las personas, en especial a aquellas que ya se encontraban en situación de desventaja. Aún no podemos comprobar si los cambios observados se revertirán, pero sin duda es posible, y es una idea alentadora”, señaló.

Un cerebro casi seis meses más envejecido

Para estudiar el envejecimiento cerebral, el equipo de investigadores de la Universidad de Nottingham empleó modelos de aprendizaje automático entrenados con resonancias magnéticas cerebrales de 15.334 personas sanas, extraídas del Biobanco del Reino Unido. Estos modelos permitieron calcular la diferencia entre la edad real de cada individuo y la edad estimada del cerebro, una medida conocida como “brecha de edad cerebral”.

Luego, los investigadores aplicaron este modelo a un conjunto de 996 participantes que contaban con dos estudios de resonancia realizados con al menos dos años de diferencia. En el grupo de control (564 personas), ambos estudios se hicieron antes de la pandemia. En el grupo denominado ‘pandemia’ (432 personas), una resonancia fue previa y la otra posterior al inicio de la crisis sanitaria.

Los resultados mostraron que, en la segunda imagen, los cerebros del grupo ‘pandemia’ habían envejecido en promedio 5,5 meses más rápido que los del grupo de control.

El análisis también detectó una mayor aceleración del envejecimiento cerebral en los participantes infectados con SARS-CoV-2, especialmente a medida que aumentaba la edad. Sin embargo, incluso en personas no infectadas, se observó un deterioro acelerado del cerebro durante el período pandémico.

A Ali-Reza Mohammadi-Nejad, director del estudio, lo que más lo sorprendió fue que incluso las personas que no habían tenido COVID-19 mostraron un “aumento significativo” en las tasas de envejecimiento cerebral.

“Esto demuestra realmente hasta qué punto la experiencia de la pandemia en sí, desde el aislamiento hasta la incertidumbre, puede haber afectado a la salud de nuestro cerebro”, resumió en un comunicado de la Universidad de Nottingham.

Además, los investigadores evaluaron el rendimiento cognitivo de los participantes a través de diez pruebas. Los resultados mostraron que el envejecimiento cerebral acelerado se asociaba con un menor desempeño cognitivo, especialmente en tareas que medían la flexibilidad mental y la velocidad de procesamiento.

Esta relación se observó únicamente en las personas que habían estado infectadas con el SARS-CoV-2.

Los autores señalaron varias limitaciones del estudio, como la imposibilidad de determinar la duración de estos efectos y la falta de datos representativos a nivel global.

Stamatios Sotiropoulos, profesor de Neuroimagen Computacional y coautor principal, añadió finalmente en un comunicado de la Universidad de Nottingham: “Los datos longitudinales de resonancia magnética adquiridos antes y después de la pandemia por el Biobanco del Reino Unido nos brindaron una oportunidad excepcional para observar cómo un evento vital tan importante puede afectar al cerebro».

Otros estudios sobre COVID y envejecimiento

Los efectos de la pandemia también se estudiaron en los jóvenes. Un estudio evaluó a jóvenes antes y después de los confinamientos por la pandemia de COVID-19 en Estados Unidos y hallaron que los cerebros de las niñas envejecieron mucho más rápido de lo esperado, algo que también atribuyeron al aislamiento social.

Los investigadores agregaron que este impacto en la salud mental produjo un aumento en los niveles de ansiedad, depresión y estrés, particularmente en las adolescentes. La investigación fue realizada por el Instituto de Ciencias del Aprendizaje y del Cerebro (I-LABS) de la Universidad de Washington (EEUU) y se publicó en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

También, un grupo de científicos del Conicet y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) iniciaron una investigación para evaluar si el COVID prolongado estaba asociado con cambios cerebrales específicos.

En diálogo con Infobae, Martín Belzunce, investigador del Conicet y coordinador del estudio desde la Escuela de Ciencia y Tecnología de la UNSAM explicó: “Estudiamos pacientes con síntomas persistentes tras el COVID-19 a través de neuroimágenes y evaluaciones cognitivas”.

El científico señaló que las neuroimágenes mostraron “atrofia leve y cambios estructurales en el cerebro» de las personas que sufrieron Covid prolongado, y esas modificaciones fueron más marcadas entre los no vacunados.