La presión alta es un factor de riesgo cardiovascular y también puede generar consecuencias en la salud mental, entre las que se encuentran el ACV, la demencia y la depresión. Cuál es el simple gesto que ayuda a la detección temprana y a la prevención
Tomar la presión arterial, un acto médico tan sencillo, puede tener beneficios significativos. Permite saber si alguien está en riesgo o padece hipertensión, un trastorno llamado “el asesino silencioso”, uno de los temas más importantes de salud pública en el mundo.
La magnitud de su importancia es señalada en el primer informe su impacto como problema de salud global de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El Reporte Global sobre hipertensión de la OMS mostró que 1.3 mil millones de adultos en todo el mundo sufren la condición, si se toma en cuenta a quienes tienen una presión arterial de 140/90 mmHg o más, o quienes ya están tomando medicación para el tratamiento de la enfermedad.
Esto es más de uno de cada tres adultos, y el doble de los casos de un informe precedente en 1990. Si bien las cifras se deben en parte al crecimiento poblacional y al envejecimiento, señalan una serie de factores inquietantes, respecto a la calidad de vida en general.
La hipertensión es una causa principal de muerte prematura y un factor de riesgo central para enfermedad renal crónica, enfermedades cardiovasculares, insuficiencia cardíaca, arritmia y también de demencia. Sin embargo, se considera que casi la mitad de los afectados no son conscientes de su condición, y menos de la mitad están diagnosticadas y tratadas.
En este reporte, así como en otros informes y trabajos se estima en varios cientos de millones de personas padecen la patología sin que la misma sea tratada. Concretamente se habla de un número de 700 millones.
En función de estos datos la OMS se ha fijado como objetivo global el reducir la prevalencia de la enfermedad en un 33% para el 2030. En este sentido, la Liga Mundial de Hipertensión (WHL, por sus siglas en inglés) celebra el Día Mundial de esta condición el 17 de mayo de cada año, y en ese día profesionales de la salud en todo el mundo realizan mediciones de presión arterial gratuitas y campañas de concientización y prevención. En relación a esto el lema de este año es: “Mida su presión arterial de manera precisa, contrólela y viva más” (Measure Your Blood Pressure Accurately, Control It, Live Longer).
Es interesante que el reporte global de la OMS, lleva un subtítulo y este es el de “la carrera contra un asesino silencioso”, que señala un aspecto muy peligroso de esta patología y es que muchas personas pueden no experimentar síntomas durante periodos prolongados sin sintomatología evidente, hasta que es objetivada porque se ha producido un daño significativo.
La hipertensión arterial es una condición clínica de expresiones múltiples por las características de la extensión del árbol arterial y afecta a todo el cuerpo con una variedad de manifestaciones. Algunas de ellas pueden comenzar mucho antes de ser percibidas.
Un órgano en especial, dadas sus características anatómicas, está en riesgo en particular: el cerebro, y esto puede manifestarse a través tanto de síntomas psiquiátricos como neurológicos y muy frecuentemente de ambos. La detección temprana en estos casos puede ser crucial.
El impacto neurológico de la hipertensión
Las consecuencias neurológicas de la hipertensión no controlada son profundas.
La denominación de “asesino silencioso” cobra especial importancia en el cerebro porque puede no presentar síntomas notables hasta que causa daños graves, como un ACV, accidente cerebrovascular isquémico o hemorrágico.
La hipertensión crónica ha sido asociada con cambios estructurales en el cerebro, como la atrofia cerebral y la microangiopatía, que pueden conducir por otro lado a un deterioro cognitivo progresivo y a la demencia, según un estudio.
Al mismo tiempo puede llevar a anomalías cerebrovasculares subclínicas, o directamente a un accidente cerebrovascular isquémico, o hemorrágico (ACV) a veces conocido este último como “derrame cerebral”.
Síntomas iniciales de hipertensión y ACV
Algunos signos iniciales pueden ser paulatinos e incluir dolores de cabeza severos, fatiga, visión borrosa y dificultad para respirar. También pueden aparecer repentinamente e incluyen igualmente:
- Dificultad para hablar o entender a otros.
- Entumecimiento o debilidad en la cara, brazo o pierna, especialmente en un lado del cuerpo.
- Problemas para ver con uno o ambos ojos.
- Dolor de cabeza repentino e intenso sin causa conocida.
La clave es la detección temprana, que implica la medición regular de la presión arterial, especialmente si existen factores de riesgo como antecedentes familiares, obesidad o tabaquismo.
Reconocer los síntomas rápidamente y actuar de inmediato puede ser de importancia vital. La regla “FAST” (Face, Arm, Speech, Time) que refiere a asimetrías o alteraciones en el rostro, debilidad en los brazos, dificultad para hablar, y a la importancia en el tiempo para llamar a emergencias, es una herramienta útil para identificar un posible ACV.
Hipertensión y deterioro cognitivo
En otro concepto, la enfermedad de pequeños vasos relacionada con la hipertensión es una causa significativa de demencia vascular y también puede potenciar la patología del Alzheimer, que es neurodegenerativa.
Diversos estudios han demostrado que esta patología cardiovascular puede contribuir al deterioro cognitivo inclusive en principio atribuido a otras causas, como la edad, el estrés y cuadros depresivos, pero que a su vez pueden llevar a condiciones más graves como la demencia y la enfermedad de Alzheimer.
Esta asociación de síntomas de deterioro cognitivo, así como emocionales en particular en cierto grupo etario, resalta la necesidad de una evaluación integral para planificar el tratamiento adecuado y reducir el riesgo de demencia.
Los síntomas iniciales de deterioro cognitivo relacionados con la presión alta suelen estar relacionados con dificultades con la memoria a corto plazo, problemas para concentrarse, dificultades para realizar tareas que antes eran sencillas, y más adelante cambios en el juicio o el razonamiento. La detección temprana es clave y puede realizarse mediante evaluaciones cognitivas regulares, especialmente en personas con hipertensión conocida o aquellos con factores de riesgo asociados.
Síntomas psiquiátricos vinculados a la hipertensión
A nivel psiquiátrico, la hipertensión puede influir en la patogénesis de trastornos como la depresión, la ansiedad y el estrés, y al mismo tiempo se ha observado que el manejo efectivo de la presión arterial puede mejorar ciertos síntomas psiquiátricos.
Un estudio comparativo entre personas con hipertensión arterial esencial y personas con tensión normal, reveló que aquellos con la enfermedad mostraban niveles más altos de ansiedad, así como irritabilidad, ira, agresividad inclusive que pueden confundirse, o al mismo tiempo ser indicadores de un proceso de deterioro cognitivo o una demencia, de allí la importancia de considerar los aspectos psicológicos en el tratamiento de la patología.
De manera inversa, el estrés psicosocial es un factor fuertemente asociado a la hipertensión arterial y el riesgo cardiovascular. El estrés laboral, la ansiedad y el trastorno por estrés postraumático son algunos de los factores psicosociales más relacionados con la hipertensión, lo que sugiere que la gestión del estrés podría ser un componente crucial en la prevención y tratamiento.
Existe una relación ya confirmada por múltiples estudios entre la hipertensión y los trastornos psiquiátricos. Cuadros como la depresión unipolar y bipolar, la ansiedad, el trastorno de estrés postraumático (TEPT), la psicosis, la esquizofrenia, la manía y la ya mencionada demencia o el deterioro cognitivo, han sido vinculadas a la hipertensión.
Medidas de prevención
La toma de conciencia es muy importante ya que, a pesar de la posible gravedad de estos síntomas, muchas personas con hipertensión pueden no presentar signos notables. Si bien algunos de los síntomas relatados son individualizados y tomados en cuenta, como por ejemplo dolores de cabeza, dificultad para respirar, o dolor en el pecho, estos en muchos casos son relativizados a atribuidos a causas diversas.
Esto es lo que convierte ese simple gesto de tomar la presión arterial de manera regular en algo tan importante, como lamentablemente a veces olvidado, en particular en ámbitos en los que se supone que no se evalúan aspectos físicos como en algunos ámbitos psiquiátricos.
Así, por ejemplo, en un cuadro de depresión con características atípicas en una persona mayor que inclusive está con antidepresivos, muchas veces la tensión arterial es dejada sin evaluar. Todo ello a pesar que una evaluación tan simple, permite instaurar desde modificaciones en el estilo de vida como una dieta equilibrada, ejercicio regular y reducción del estrés con múltiples beneficios en prevención de riesgo, inclusive sugerir una evaluación especializada en mayor profundidad.
En conclusión, la hipertensión es un problema de salud generalizado con el potencial de causar síntomas neurológicos y psiquiátricos significativos y no solo es un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares.
La comprensión de estos efectos es fundamental para el manejo integral de la hipertensión y requiere una colaboración estrecha entre cardiólogos, neurólogos y psiquiatras para optimizar los resultados del tratamiento y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Estar alerta y considerar esa posibilidad y evaluar frecuentemente en cierta población, es crítico para la detección temprana y la intervención.
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