El artista que hizo reir a toda una generación esta de festejo, rodeado de sus afectos cumple un año mas de vida.
Con frases tipicas como: “¿Qué gusto tiene la sal?”, “Angueto quedate quieto”, “Sumbudrule”, “Ea, ea, ea, pé, pé”, “Un kilos y dos pancitos”, estas y otras frases marcaron la niñez de miles de chicos. Conservan el sello de la infancia y cuentan con un autor conocido: Carlitos Balá. El humorista hoy cumple 95 años. Mediante las redes, los chicos le hicieron llegar sus dibujos para acompañarlo en un cumple atípico. En comunicación con los medios su nieta Laura cuenta que su abuelo pasa la cuarentena respetándola de manera estricta. “Se aburre un poco pero con mi mamá, Laura, lo visitamos y nos ocupamos de todo lo que precisa, siempre cumpliendo todas las normas preventivas”. Su nieta cuenta que hoy festejarán el cumpleaños con el mimo que más le gusta: mucha comida. “Le vamos a preparar sus platos favoritos. Le encanta la comida árabe y sobre todo si es casera”. No habrá problema en elaborarla ya que ella es una chef experta. A través de su nieta, Balá mandó un enorme saludo a todos los lectores y les pregunta: ¿Qué gusta tiene la sal? Repaso por momentos únicos del hombre que alegró a dos generaciones.
Carlos Salin Balaá nació el 13 de agosto de 1925 en el barrio de Chacarita. En la carnicería de su papá, Carlitos solía inventar pequeñas obras de teatro. Las representaban figuras de papel en escenarios armados con cajones de verdura. Para garantizar el público en la vidriera colgaba un cartel que decía: Hoy función. Solía escaparse del colegio para ver a ídolos en el cine: Chaplin y Buster Keaton. Tímido, solía recordar su primer papelón. En un acto escolar debía decir un verso corto sobre la provincia de Mendoza y se lo olvidó. Las funciones quedaron solo para sus íntimos.
Sus amigos amaban sus chistes, pero la timidez lo paralizaba para probarse en el espectáculo. Recién a los 30 años aceptó la invitación de uno de ellos para realizar una prueba para el programa éxito de la época: La revista dislocada. Se presentó como “Carlitos Valdez”. Cuando su voz salió por la radio su padre no lo reconoció. Desilusionado, conservó el Carlitos pero a su apellido le sacó una a. Nacía Carlitos Balá.
Sus inicios fueron en la radio, pero en la televisión encontró el éxito y la explosión de su talento. En el año 1961 apareció en La telekermese musical que salía por Canal 7 y no se detuvo más. Tres años después tuvo su propio ciclo en Canal 13: El soldado Balá. Su programa más recordado fue sin dudas El Show de Carlitos Balá.
Se presentaba con su característico peinado de pelo lacio con flequillo que todavía mantiene. Miles de chicos lo imitaban, para espanto de directivos y maestros que preferían el pelo cortito. El problema mayor de las maestras era el “¡Sumbudrule!”, que consistía en pasarle a un compañero la mano por la cabeza como una araña, cuando estaba distraído. Este gesto desesperaba a los docentes, hartos de escuchar en la fila. “Señorita, fulanito me hace sumbudrule”.
Batía records de audiencia con personajes como el Indeciso, el Mago Mersoni y el Hombre invisible. Además desplegaba maravillosas y pegadizas frases de su invención como “¿Un gestito de idea?”, “¡Mirá cómo tiemblo!” y “Observe y saque fotocopia”.
Otra gran estrella fue el chupetómetro, un recipiente cilíndrico de dos metros de largo donde cientos de chicos depositaban sus chupetes. “Nunca los conté, ojalá lo hubiera hecho, porque hubiera entrado en el Guinness. Dos, tres millones, qué sé yo”.
Guarda todas las fotos que le regalaron sus seguidores. Las conserva en cien biblioratos donde anota quién se las regaló, cuándo y dónde. En tiempos de mensajitos suele sorprenderlos con llamados para felicitarlos por su cumpleaños.
Para caminar unas cuadras puede tardar hasta dos horas porque se detiene a conversar con cada persona que lo reconoce, le cuenta una anécdota, le pide una selfie o enmudece al verlo. Al reconocerlo, los colectiveros tocan la bocina, los taxistas suelen llevarlo gratis y desconocidos lo invitaban a tomar un café para contarle “gracias a usted dejé el chupete”. Nunca falta el que abre su billetera para mostrarle que conserva una foto en blanco y negro de ese pibe que fue y alguna vez se abrazó con su gran ídolo, Carlitos Balá.
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