28 marzo, 2024

John Lennon, a 40 años de su asesinato.

El 8 de diciembre de 1980, John Lennon, un artista irrepetible, fue asesinado de cinco disparos realizados por Mark Chapman.

El 8 de diciembre de 1980 es una fecha trágica que quedará por siempre en la historia: John Lennon era asesinado de cinco disparos por un fan desequilibrado que lo estaba esperando en la puerta de su vivienda en Nueva York.

La vida del fundador y líder carismático de The Beatles, quien además era referente indiscutido de una generación que experimentó algunos de los cambios más importantes a nivel social y cultural del siglo XX, se acababa de manera prematura.

Al momento de su muerte el artista británico ya se erigía como una especie de leyenda viva, tanto por haber conformado junto a Paul McCartney la sociedad compositora más importante de la música popular contemporánea, como por simbolizar una verdadera revolución cultural. Pero el fatal desenlace lo convirtió en el mito más grande del espectáculo moderno.

La obra de Lennon expandió a límites insospechados a la música pop, pero además expresó los sentimientos de una generación nacida en la posguerra, que buscaba un cambio de época a través de una libertad que confrontaba viejos prejuicios.

Nacido el 9 de octubre de 1940, en Liverpool, en medio de uno de los recurrentes bombardeos de la Alemania nazi a su preciado puerto, John Lennon fue producto de su tiempo y de su propia historia familiar, marcada por el abandono de sus padres y las exigencias de su tía, encargada de su educación, para que diera respuesta a los mandatos sociales de la época.

Transcurrió su infancia tironeado internamente por la herencia del espíritu libre heredado de su padre Alfred, un marino amigo de la diversión, el desparpajo de su joven madre Julia, quien delegó su crianza para poder rehacer su vida, y las severas reglas fijadas por su adorada tía Mimi.

En una ciudad y un contexto en el que solo el fútbol y el humor aparecían como alternativas para los jóvenes de eludir un inexorable destino familiar, John Lennon encontró en el arte su válvula de escape; primero a través del dibujo y las historietas, y luego en el rock and roll y la rebeldía que encarnaban Elvis Presley y James Dean, respectivamente.

El sueño de replicar el furor de Elvis se concretó con The Beatles, la cual completaban Paul McCartney, George Harrison y, posteriormente, Ringo Starr.

El joven que había escrito canciones como «Run For Life», en la que le decía a su chica que «prefería verla muerta en vez de con otro hombre» y de la cual abjuraría más adelante; transitó un proceso que lo llevó en 1972 a componer «Woman Is The Nigger Of The World» o a lamentar poco antes de su muerte no haber incluido a Yoko como coautora de «Imagine», su tema más emblemático, por presiones sociales y de la industria.

Más allá del camino recorrido, la honestidad brutal en su música fue la gran constante en la trayectoria de Lennon, lo que se reflejó en discos como «Plastic Ono Band», de 1970, su primer trabajo «post-Beatles»; o en «Sometime in New York City», de 1972, su álbum más politizado.

La citada deconstrucción de Lennon tuvo su punto culminante cuando en 1975 abandonó la actividad para dedicarse de lleno a la familia que conformaba con Yoko y Sean, el hijo de ambos; luego de años marcado por excesos y enfrentamientos con el gobierno estadounidense de Richard Nixon, país en donde se había radicado.