3 mayo, 2024

Difunden el «PBI Fundidor»: ¿qué refleja el índice sobre el nivel de integración nacional de la industria?

Destacan que se trata de un indicador que puede ayudar a evaluar el nivel de industrialización del país, ya que «el sector fundidor es un eslabón estratégico para la cadena metalmecánica».

Con la premisa de que, dentro de la industria, se trata de un “eslabón básico” para el desarrollo de la cadena metalmecánica, desde el Observatorio Permanente del Sector Fundidor del INTI realizaron un informe en el que se buscó analizar cuanto funde la Argentina y, de esa forma, poder tener una aproximación para conocer el nivel de integración del sector, compararla con lo que ocurre en otros países y buscar detectar las oportunidades que puede ofrecer el sistema productivo.

Para graficarlo, se elaboró lo que denominaron un “PBI Fundidor” (PBIF), que consiste en relacionar la cantidad de “kilos fundidos con el total de la población”. Mediante el PBIF, se pueden establecer algunas relaciones que ayudan para evaluar el nivel de industrialización de la Argentina y compararlo con el de otros países, según señaló el estudio del que también participaron CIFRA (cámara del sector fundidor), distintas cámaras del interior y la Universidad Nacional de Hurligham.

Según se desprende del informe, en 2016 el PBIF de Argentina rondaba los 2 kg por habitante. Un número “relativamente bajo”, si se considera que en 2012 este indicador era en torno a los 3,5 kg/hab y que en la década del 70 era de 14kg/hab. Hacia fin de año se conocerán las cifras actualizadas, pero se estima que se ubicaría en niveles similares a los del 2016.

El informe destaca, en ese contexto, que el promedio global del PBIF en 2016 rondaba los 14kg/hab y que Alemania es el país con el indicador más alto: 65 kg/hab. “El dato no sorprende y demuestra que el desarrollo de la nación europea tiene una base sólida en su industria y, más allá de la globalización y sus reglas, ha logrado mantener fronteras adentro la capacidad y competitividad de su industria metalúrgica desde sus bases”, remarcó el estudio, que agregó: “Tampoco llama la atención que los países con mayor PBIF son países desarrollados o en vías de serlo, con un robusto crecimiento de su economía desde hace décadas”. En Latinoamérica, países con cierto nivel industrial, como Brasil y México tienen 7 veces mayor PBIF que Argentina, agregó el documento.

El nivel de PBIF determina, en buena medida, el grado de integración local de la industria metalmecánica, es decir el abastecimiento interno que tiene –en este caso- el sector industrial. Un país con bajo PBIF es altamente posible que tenga bajo nivel integración industrial y pierda, aguas abajo y aguas arriba la posibilidad de agregar valor en las distintas etapas del proceso productivo.

En ese marco, el estudio analiza, a modo de ejemplo, cómo es la evolución del PBI per cápita de los países con mayor PBIF, para medir “la robustez y el crecimiento o estancamiento de una economía y ver su correlato o efecto industrial”. En ese sentido, se destacó que “Alemania, primera en PBIF tenía el segundo mayor PBI per cápita”. “Se puede decir que el nivel de su PBI, sus exportaciones (es el tercer mayor exportador del mundo debajo de China y USA), su nivel de industrialización (la industria representa el 30% de su PBI) y su nivel de desarrollo están soportados por una industria que se encuentra asentada sobre bases sólidas, dado su alto nivel de PBIF. El caso de Japón es similar al de Alemania”, destacó el informe.

El informe fue realizado por un equipo multidisciplinario conformado con un fuerte componente de especialistas del INTI de diferentes regiones industriales del país, coordinados técnicamente por el Ing. Daniel Martínez Krahmer. Según explicó a Ámbito Juan Manuel Labanca, economista del INTI y uno de los autores, la idea de realizar este indicador surgió al considerar al sector de la fundición “como un eslabón estratégico en toda la cadena metalmecánica”. Una cadena que, según estimaciones de ADIMRA, representa alrededor de 250.000 empleos directos.

En ese sentido, según explicó Labanca, uno de los objetivos esenciales del estudio fue demostrar que, “si no hay fundición, corren riesgo muchos puestos de trabajo”. “Aguas arriba y aguas abajo, se pierden muchos eslabones que identificamos. Y ahí fuimos empezando a pensar este indicador”, destacó.

Al analizar la importancia del sector fundidor y el objetivo del estudio, el especialista remarcó: “Nosotros hicimos un cruce entre los países que producen autos y, dentro de ese club ‘exclusivo’, Argentina es uno de los que menos integración tiene. Y es el que menos funde per cápita. Lo segundo que veíamos, tenía que ver con la propia industria: hay países que están muy industrializados y tienen alto nivel de fundición. Y otros que fueron cerrando y tienen un menor nivel. Para saber cómo está la industria de un país, este indicador es útil. Da una aproximación. En ese marco, es lo que se va a ver en esos cruces, que dan cierta representatividad o relevancia al indicador. Que es un sector que, por ser chico, no se le suele dar importancia. Pero nosotros consideramos que, si pudiéramos fundir más, tendríamos más industria”.

Finalmente, al analizar de qué depende que un país (en este caso Argentina) pueda fundir más, Labanca señaló: “En realidad, es un poco de todo. Por ejemplo, en paralelo, estamos trabajando en un programa de desarrollo de proveedores de la industria naval, la cual tiene muchas particularidades. De repente, cuando se hace un relevamiento se ve que Argentina importa cadenas y anclas. Compras de bajo diseño y complejidad, pero hoy no se producen acá. Y podrían hacerse, sobre todo teniendo en cuenta que faltan dólares y teniendo fundición con cierta capacidad ociosa”.

“El sector abastece a la maquinaria agrícola. Ahí sí hay bastante integración nacional. Pero en los automotrices no, en los ferrocarriles hay poca integración nacional. Hay sectores que son estratégicos para el país, que podrían abastecerse en parte en Argentina, y no están pudiendo”, subrayó.

“Pensamos que, para diversificar los mercados de los potenciales proveedores de distintos sectores estratégicos, se los debe considerar a través de sus capacidades productivas, es decir que por ejemplo un proveedor de petróleo y gas pueda adaptar parte de sus líneas de producción para abastecer también a otros sectores”, señaló.

Según destacó el especialista del INTI, el trabajo posibilitó darle mayor visibilidad al sector fundidor y que, con el último cambio de Gobierno, se abriera una línea específica para el sector desde PRODEPRO (Programa de Desarrollo de Proveedores) y se realice un trabajo “muy articulado” con el Ministerio de Desarrollo Productivo.

“El INTI, al elaborar indicadores de producción industrial que permitan establecer algún nivel de comparabilidad objetiva, dota al Estado de una herramienta necesaria para la implementación de políticas públicas adecuadas y efectivas”, señala el estudio, que agrega: “De esta forma, estimar la fundición per cápita cobra sentido ya que puede servir, entre otras cuestiones, para medir la brecha industrial que tiene la Argentina en relación a aquellos países con los que, por diversos motivos, sea válido compararla”.